Page 67 - Revol192
P. 67

Intervenciones sociales basadas en la comunidad para personas con enfermedades mentales graves: una revisión sistemática y una síntesis narrativa de la evidencia reciente

término “intervención social”.Para aumentar la complejidad, hay un creciente interés en las intervenciones
dirigidas por compañeros (pares) o codirigidas por personas con problemas de salud mental, que, por defi-
nición, tienen un componente “social” (el elemento “compañero” “par”), pero no se describen comúnmente
como intervenciones “sociales”.

Un problema adicional es que los resultados sociales no siempre están bien definidos, lo que repercute en
la fiabilidad de su medición. Los resultados más objetivos, como empleo o vivienda estable, pueden ponerse
en práctica con relativa facilidad, pero conceptos como la calidad de vida tienden a ser más subjetivos y, por
tanto, más difíciles de evaluar, entre otras cosas porque pueden verse confundidos por los síntomas de la
propia enfermedad mental.

El contexto socioeconómico

La creencia de que la esquizofrenia y otros TMG tienen mejor pronóstico social en las sociedades no industria-
lizadas ya no es universalmente aceptado, existen importantes dificulltades asociadas a las intervenciones so-
ciales en entornos menos desarrollados económicamente, entre los que se incluyen la disponibilidad de apo-
yo familiar, el impacto de la industrialización, estigma, discriminación, protección inadecuada de los derechos
humanos y acceso limitado a los servicios. Además, existen barreras para la prestación de intervenciones so-
ciales en los países de ingresos bajos y medios (LAMI), por la limitada disponibilidad de recursos. Este artículo
se centró en intervenciones de contenido claramente social y dirigidas a mejorar los resultados sociales; en
concreto, las que tenían como objetivo mejorar la participación social y económica de las personas con TMG.

Conclusiones

Las principales conclusiones del estudio destacan que las intervenciones con la evidencia más sólida (alo-
jamiento y empleo asistido) suelen ser fomentadas por políticas e inversiones gubernamentales, lo que ha
facilitado su adopción y la investigación, mientras que otras intervenciones eficaces, como las intervenciones
familiares, han tenido problemas con la implementación. Esto puede deberse a que los responsables son
más receptivos a los beneficios de algunas intervenciones (por ejemplo, mediante la reducción del uso de la
atención hospitalaria y el aumento del empleo) que de otras. Sin embargo, este tipo de “resultados duros” no
siempre reflejan el auténtico éxito de una intervención. Muchos de los estudios dieron resultados positivos,
pero más “suaves”, como el aumento de confianza y la creación de vínculos sociales. ¿Estos resultados son lo
suficientemente valorados por la sociedad? El objetivo era identificar las intervenciones sociales más eficaces
para aumentar la participación social y económica de personas con TMG, y en muchos estudios los resultados
eran que los participantes se unían con otros usuarios. Que esto represente una participación social depende
de la definición del término. Pero cada vez hay más evidencia que sugiere que la soledad es un impulsor de
problemas de salud y malos resultados sociales y, por tanto, cualquier oportunidad de apoyar la conexión
social debe ser valorada.

La educación con apoyo y adaptada también es relevante. Hace solo unos años, la investigación en este
campo se centraba en intervenciones de apoyo a personas en entornos educativos convencionales. En esta
revisión, todos los estudios evaluaron universidades o escuelas de recuperación. Tal vez esto indique una
creciente conciencia de que los entornos especializados de salud mental deberían considerarse parte de la
“corriente principal”, o ciertamente un componente importante de todo el sistema de servicios que facilita la
participación “general”.

Otra tensión en este campo es la falta de prioridad que se da al uso de las intervenciones sociales en com-
paración con las farmacológicas y, hasta cierto punto, con las psicológicas. Mientras que los beneficios re-
lativamente pequeños de la medicación se toleran a menudo entre las personas con TMG de larga duración,
parece haber un umbral más alto para la esperada eficacia de las intervenciones sociales. La baja aceptación
de algunas de las intervenciones identificadas es preocupante, pero no es peor que la de otros tratamientos
que se consideran como aspectos esenciales de la atención multidisciplinar. En una reciente revisión sistemá-
tica se encontró que la falta de adherencia a la medicación psicotrópica en personas con TMG era de un 49%,
y la aceptación de las intervenciones psicológicas entre este grupo en el Reino Unido está por debajo del 20%.

Por último, los autores lanzan una serie de recomendaciones para futuras investigaciones, destacamos dos:

         •	 Se necesita una definición clara de lo que constituye una intervención social.

         •	 Llegar a un acuerdo sobre los resultados sociales relevantes que deben informarse en los estudios
               de los diferentes tipos de intervención social. Las revistas que publican estudios sobre modelos
               específicos de atención, como el alojamiento y el empleo asistidos, deberían adoptar una taxono-
               mía estándar para facilitar la interpretación y comparación de resultados.

Rehabilitación Psicosocial - Volumen 19 nº 2 - Julio - Diciembre 2023  67
   62   63   64   65   66   67   68   69   70