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Ribot-Reyes y García-Pérez
Introducción
El interés por la Calidad de Vida no es reciente y se
ha expresado por diferentes formas de actuación en
diferentes momentos históricos y culturales. Es un
concepto que presenta dificultades para su
operacionalización y ha sido motivo de debates acerca
de su naturaleza objetiva y subjetiva, de la delimitación
de enfoques afines, de su estructura y de los métodos
e instrumentos para su estudio1. Los diferentes autores
que han trabajado en este campo han planteado
diversos modelos, desde los que se centran en
aspectos subjetivos como la brecha entre las
expectativas del paciente y sus logros, hasta los que
desarrollan modelos más amplios e integrales, como el
de JE Ware2. En el área sanitaria, la Organización
Mundial de la Salud lo describe como "la percepción
del individuo de su posición en la vida, en el contexto
de su cultura y valores, y en relación con sus objetivos,
expectativas, estándares y preocupaciones"3.
AF Lehman4 plantea que se puede distinguir tres
perspectivas en la medición de la calidad de vida
dentro de la asistencia sanitaria: a) la perspectiva de la Salud (CINSA).
calidad de vida general; b) la perspectiva de la calidad
de vida relacionada con la salud; y c) la perspectiva de
la calidad de vida específica relacionada con una
enfermedad. Bajo esta última, se valora el efecto sobre
el estado funcional y el bienestar de una enfermedad
específica o de su tratamiento, incorporando aspectos
o dimensiones específicas que están afectadas por
esta patología y su tratamiento. Esta sería la
aproximación más adecuada cuando se estudia un
problema específico. Esta medición resulta ser una
tarea desafiante, sobre todo en pacientes psicóticos,
quienes presentan una combinación compleja de
alteraciones cognitivas y afectivas.
La Esquizofrenia, una de las patologías psiquiátricas
más severas, ha resultado paradigmática de las
dificultades que enfrentan los investigadores en este
campo. Primero, existe una insuficiente comprensión
de cómo afecta la enfermedad y su tratamiento a las
experiencias diarias de los pacientes. Segundo, la
validez ecológica de las mediciones tradicionales es
escasa debido a la brecha existente entre el espacio
institucional y los escenarios cotidianos en que los
pacientes se desenvuelven. Tercero, la fiabilidad de las
mediciones es muy sensible a los sesgos originados
por factores tales como los trastornos de la
comunicación verbal, los efectos secundarios de los
anti-psicóticos, el olvido y la conveniencia del
desempeño del rol de enfermo5.
Los tratamientos psiquiátricos tradicionales buscan
como objetivo el intentar mejorar las variables
psicopatológicas, pero esto no siempre se ve seguido
por una mejoría en la calidad de vida percibida por los
pacientes.
Algunos trabajos reportan que los síntomas psicóticos
26 Rehabilitación Psicosocial 2013; 10(1): 25-29
"genuinos" (en especial los síntomas negativos) sí son
predictores de la calidad de vida en los pacientes con
esquizofrenia, y otros han analizado aspectos
diferentes, como los síntomas afectivos. Sin embargo,
dado el amplio concepto actual de calidad de vida,
otras variables teóricamente alejadas de los síntomas
psicóticos propios de la enfermedad pueden jugar un
papel relevante en la percepción de la calidad de vida
de los pacientes con esquizofrenia6.
En Cuba, la Salud Mental y la atención de los
enfermos psiquiátricos sufrió un importante cambio a
partir de la década del 90´del pasado siglo. Se propuso
una reorientación hacia la comunidad con el objetivo de
garantizar una rehabilitación integral de los pacientes y
la reinserción socio-familiar de los mismos. Según este
enfoque, la permanencia del enfermo en su medio
cotidiano (evitando en lo posible los ingresos en
atención secundaria) debería traducirse entonces en un
aumento de nivel de calidad de vida.
El presente estudio tiene como objetivo determinar la
percepción subjetiva de Calidad de Vida en enfermos
de esquizofrenia tratados en la consulta de Salud
Mental del Complejo Comunitario Interdisciplinario de
Método
Se llevó a cabo un estudio descriptivo transversal,
con una muestra integrada por pacientes con
diagnóstico de esquizofrenia (según criterios
diagnósticos de la CIE-10) atendidos ambulatoriamente
en consulta de Psiquiatría General del CINSA. De la
muestra inicial con 67 pacientes, 8 rechazaron formar
parte del estudio (se utilizó en todos los casos el
consentimiento informado verbal) y en 3, los síntomas
psicóticos no permitían la aplicación adecuada de los
cuestionarios. La muestra final fue de 56 pacientes.
La calidad de vida se evaluó con la Escala de Calidad
de Vida (Quality of LifeScale, QLS), validada por
Heinrichs y colaboradores7. Esta evalúa la afectación
del funcionamiento y permite determinar el nivel de
calidad de vida del paciente. Consta de 21 ítems que
se agrupan en 4 categorías: 1) funciones intrapsíquicas
(cognición, conación y afectividad) 2) relaciones
interpersonales (experiencia interpersonal y social) 3)
rol instrumental (trabajo, estudio, deberes parentales) y
4) uso de objetos comunes y actividades cotidianas. Se
añade además un ítem Satisfacción que no puntúa en
ninguno de los factores. Cada ítem se puntúa según la
escala de Likert de 7 valores que oscila entre 0 (mayor
grado de disfunción) y 6 (normalidad). El marco de
referencia temporal son las 4 semanas anteriores.
Proporciona una puntuación global, a mayor
puntuación, mejor funcionamiento del paciente en esa
categoría.
Se recogió además información correspondiente a:
• Datos sociodemográficos y de la historia médica.