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Uriarte JJ. Rehabilitación psicosocial y asistencia a la enfermedad mental severa en el marco de las prestaciones de salud
de los Sistemas Sanitarios
OMS. Informe sobre la Salud Mental “Tradicionalmente se viene manteniendo una falaz dis-
en el mundo 2001 tinción entre tratamiento y rehabilitación, que en la prác-
tica asistencial dificulta la posibilidad de desarrollar una
El tratamiento adecuado de las enfermedades mentales se- adecuada infraestructura integral de servicios comunita-
veras de curso crónico, como la esquizofrenia, requiere rios y una imprescindible continuidad de cuidados, tanto
asegurar la adecuada provisión de servicios capaces de entre modalidades de tratamiento como entre dispositi-
afrontar tanto los síntomas agudos como los persistentes, vos asistenciales”.
así como las discapacidades derivadas. Para ello, y tal y co-
mo señala la OMS (Informe sobre la Salud Mental en el El concepto de rehabilitación psiquiátrica no deja de ser
mundo OMS 2001), es necesario garantizar el acceso tan- equívoco. Entendido desde una postura más tradicional, de
to a un uso racional de medicación como a las interven- compensación de discapacidades y de soporte a minusva-
ciones psicológicas y psicosociales. La rehabilitación lías, la rehabilitación corre el peligro de quedarse en poco
psicosocial es un elemento clave de cualquier sistema asis- más que una voluntariosa actuación, a modo de ONG, pa-
tencial para personas con enfermedades mentales severas ra dar ocupación, alojamiento y apoyo a los pacientes cró-
que aspire a un modelo comunitario, normalizado e inte- nicos. La rehabilitación psiquiátrica es tanto un objetivo
grador. La reducción del abordaje sanitario de la enferme- como un proceso: obtener los mejores resultados tera-
dad mental severa al tratamiento sintomático, dejando de péuticos y en calidad de vida para los pacientes con enfer-
lado el abordaje de la discapacidad y de los síntomas defi- medad mental severa que siguen un curso crónico,
citarios persistentes, coarta los derechos de las personas especialmente la esquizofrenia. Y para ello utiliza medios y
afectadas a recibir un tratamiento integral de sus trastornos técnicas medicopsiquiátricas, psicológicas, psicosociales y
y contribuye a su cronificación, estigmatización y al riesgo sociales. El concepto de rehabilitación como objetivo se
de marginalidad. Dicho tratamiento integrado es un dere- superpone al de recuperación: obtener cursos clínicos que
cho de las personas afectadas, que no pueden ver reducido, lleven a las personas afectadas a una vida lo más normali-
en el ámbito de problema social, las graves alteraciones y dis- zada y feliz posible. El término “feliz”, en este caso, tiene que
capacidades que acompañan a tales trastornos. ver con calidad de vida. Este término es también resbaladizo
tanto en cuanto puede esgrimirse, en virtud de la calidad de
A pesar de la imposibilidad de distinguir entre síntomas vida de los pacientes más graves, la necesidad de políticas
y secuelas en el conjunto de manifestaciones clínicas de asistenciales paternalistas que reivindican, por el bien de los
enfermedades como la esquizofrenia, aquellos síntomas pacientes y de la sociedad, nuevos modelos de institución
negativos resistentes a los abordajes puramente medica- total. Pero un elemento fundamental de la calidad de vida
mentosos se reconvierten en objeto de la rehabilitación, y es la capacidad de decisión sobre el propio destino, la au-
condenados a ser abordados tardíamente, o en servicios tonomía, la máxima independencia, aun a costa de algunos
infradotados, o no propiamente sanitarios, dependientes de riesgos (para el paciente y para la sociedad), de acuerdo
servicios sociales, de asociaciones de familiares, etc. Como con una política de derechos humanos. Para ello la reha-
consecuencia, intervenciones cruciales en el tratamiento bilitación psiquiátrica requiere no sólo de recursos y de
de enfermedades como la esquizofrenia se relegan a los bagaje técnico, sino de una organización de servicios mé-
márgenes del sistema, lejos de los servicios pensados ini- dicos, educativos, vocacionales y sociales que potencie el en-
cialmente para ser el eje de la asistencia comunitaria (como cuentro entre las necesidades de los usuarios y los recursos
los centros de salud mental). Por otro lado, el desarrollo del disponibles, y permita orientar la asistencia hacia un mo-
ámbito sociosanitario, necesario para proporcionar servi- delo que facilite la integración, la normalización y la máxima
cios sociales imprescindibles para una adecuada integración calidad de vida de las personas afectadas y de sus familias.
social, está suplantando a menudo a los servicios sanitarios
que debieran ser responsables de dicha asistencia. Tenien- Si realmente se desea una asistencia basada en un modelo
do en cuenta que los servicios sanitarios son públicos y comunitario, será necesario un soporte político decidido ca-
gratuitos, y los sociales repercuten parte del gasto en el paz de cambiar de forma paulatina la asignación de recur-
usuario, convertir síntomas en discapacidades y minusva- sos de la hospitalización a servicios comunitarios, de
lías, y relegar estas últimas al ámbito social es una forma de garantizar, a través de políticas sociosanitarias flexibles, el
gestión que sin duda contribuirá a reducir gastos sanitarios acceso al alojamiento y los recursos económicos básicos, de
(a costa de los pacientes más enfermos). Es imposible abor- facilitar el acceso a los servicios de rehabilitación y dar so-
dar lo que llamamos rehabilitación psicosocial fuera del porte a las familias. Será necesario también desarrollar pla-
contexto más amplio de la asistencia a la población con nes de integración social y luchar contra el estigma. La
enfermedad mental severa, tanto en lo que se refiere a la asis- traducción final del modelo comunitario es la de propor-
tencia sanitaria como sociosanitaria. En palabras de Shep- cionar a las personas afectadas los medios, sanitarios y so-
herd: ciales, necesarios para poder ejercer la condición de
ciudadano, la auténtica rehabilitación.
46 Rehabilitación psicosocial 2004; 1(2):45-6