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Formación a personas con un diagnóstico de enfermedad mental grave como Agentes de Apoyo Mutuo. Una experiencia práctica
primera edición, que suponía un esfuerzo extra para las alumnas. Introducimos en cambio, una pregunta para la reflexión
individual al final de cada sesión, con la que iniciamos la siguiente. Esta dinámica nos permite identificar posibles dudas en
cuanto a los contenidos trabajados y dar un sentido de continuidad a todas las sesiones.
La estructura del equipo de trabajo se diseña para garantizar la presencia de una agente de apoyo mutuo-facilitadora en
todas las sesiones. Las profesionales asumen la responsabilidad de desarrollar la sesión y orientar al grupo al logro de los
objetivos y las agentes, de aportar la experiencia práctica. Durante la ejecución, se reúnen de manera previa a la sesión
para revisar el objetivo y acordar un funcionamiento común. En una última fase de evaluación, identificamos posibles
disfuncionalidades y planteamos mejoras, que son el inicio de una fase de rediseño previa a cualquier edición, en la que
creamos la nueva propuesta y renovamos los compromisos del equipo.
De manera paralela a la ejecución del curso y a lo largo de todas las ediciones, vamos introduciendo la figura de Agente de
Apoyo Mutuo en Argia ofreciendo el apoyo entre iguales a las personas usuarias dentro de la entidad. Creamos un equipo
de agentes, donde acompañadas por una facilitadora, ponen en común su práctica e identifican necesidades en el des-
empeño de esta figura. Además, en cuatro sesiones anuales, reciclan sus conocimientos planificando “píldoras formativas”
grupales de dos horas de duración.
Para facilitar el trabajo de las Agentes, definimos un guion de conversación para el establecimiento de las relaciones de
apoyo, que garantice el acuerdo de todas las partes y reduzca los malentendidos. Ponemos en práctica esta sistemática
de trabajo y la validamos en nuestros recursos.
CONCLUSIONES: qué resultados hemos obtenido
Las participantes, identifican el curso como una oportunidad de crecimiento y desarrollo personal que les ayuda a avanzar
en su proceso de recuperación (“me siento mejor conmigo misma” “me ha cambiado la vida” Me voy más feliz”; “Me llevo
esperanza: pienso que si yo hubiera tenido la oportunidad de que alguien me acompañara así, me habría venido muy
bien”). Estos resultados coinciden con nuestra hipótesis de que el planteamiento del curso facilita el desarrollo de una
identidad en positivo de las participantes alejada de estereotipos y estigmas asociados a un diagnóstico de enfermedad
mental grave, produciéndose un cambio de mirada a la experiencia vital propia (“me llevo un cambio de idea”).
Así mismo, valoran que la metodología de trabajo utilizada les ha facilitado el proceso de aprendizaje (“ha sido fácil enten-
der los contenidos”, “lo que más me ha gustado han sido los vídeos”, “el temario, se tratan muchas cosas importantes”, “po-
der tener muchos puntos de vista diferentes: facilitadores, agentes, compañeras”), por lo que concluimos que la estructura
y proceso de trabajo desarrollado, cumple con nuestra expectativa de ofrecer una propuesta accesible.
Observamos, además, que el trabajo grupal facilita el establecimiento de relaciones significativas aportando bienestar
emocional y favoreciendo la ampliación de la red de apoyo. Tras cada edición, hay personas que mantienen la relación
una vez finalizada la formación.
Por último, identificamos unos requisitos metodológicos para el equipo de trabajo. Como facilitadoras, es esencial el desa-
rrollo de las competencias específicas, teniendo la capacidad de ejecutar dinámicas grupales, entendiendo las dinámicas
relacionales que se generan en el grupo. Consideramos la configuración del equipo una aportación de valor clave. Para las
propias agentes, es una oportunidad de ejercer un rol significativo, que originalmente sólo se ofrecía a las profesionales.
Para las participantes, la oportunidad de conocer en primera persona el saber hacer de personas con un recorrido en el
apoyo entre iguales, así como los beneficios y dificultades que han ido encontrando en su desempeño. Además, contar
con su presencia hace la propuesta más accesible y cercana, ya que las alumnas pueden sentirse más identificadas con las
agentes que con las profesionales. Sus iguales son ejemplo de que la recuperación y la capacitación son posibles.
Concluimos que esta experiencia formativa responde a nuestras expectativas iniciales de garantizar las competencias de
las Agentes para introducir esta figura en nuestra actividad, y lo que es más importante, ofrece la oportunidad a personas
con un diagnóstico en salud mental, de avanzar en su proceso de recuperación y mejorar su calidad de vida a través del
establecimiento de relaciones de apoyo mutuo.
DISCUSIÓN
A la vista de los resultados y comparando con otras experiencias similares, como la propuesta de Rebeca Zabaleta, “Acom-
páñame”6 en la asociación Avanvida de Navarra, o el curso impartido por la Fundación Intras de Valladolid, observamos
que todas las propuestas cumplen con la expectativa de capacitar a las personas usuarias como agentes de apoyo mutuo,
siendo una oportunidad de desarrollo personal y avance en el proceso de recuperación.
Observamos que, en todas las iniciativas de formación de agentes de apoyo mutuo, se utilizan dinámicas de trabajo en las
sesiones que facilitan la puesta en práctica de los conocimientos y las habilidades adquiridas por parte de las asistentes
(dinámicas grupales participativas). Teniendo todas las propuestas una duración similar (12 – 15 sesiones) existe la peti-
ción de ampliar la formación, tanto en el caso de “Acompáñame” 6 como en Argia Fundazioa, sin embargo, damos a esta
circunstancia una respuesta diferente. En el caso de la propuesta de Rebeca Zabaleta y la Universidad de Burgos, crean
un Curso Experto, con reconocimiento oficial y que se desarrolla en dicha universidad. En nuestro caso, y adaptada a la
6Zabaleta, R.
Rehabilitación Psicosocial - Volumen 19 nº 2 - Julio - Diciembre 2023 23