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C. Parrado, E. Ramos, C. Sánchez, J. Salgado, A. Benavente, C. Jerez, D. Argent, R. Galindo, J. Valenzuela y A. Pascual
gración sociofamiliar, laboral y residencial, mejoran-
do la discapacidad funcional del enfermo y dando
apoyo a las familias.
En estos programas, el Equipo de Salud Mental (ESM)
se convierte en el eje de la atención especializada, un disposi-
tivo básico en la atención específica a los enfermos con TMG, res-
ponsable de la articulación de todo su proceso terapéutico y de
rehabilitación5.
Dentro de las funciones atribuidas en nuestro
medio al ESM se encuentran5, 6: diagnóstico, evaluación,
tratamiento y seguimiento mediante intervenciones farmaco-
lógicas, psicoterapéuticas y rehabilitadoras, así como la
coordinación, asesoramiento y colaboración con otros servi-
cios y dispositivos de la red de Salud Mental y con
otras unidades asistenciales. Para ejercer con más efi-
cacia estas funciones, se implantan algunas novedades
en la práctica habitual, como son el registro de casos
de TMG en el Área, el Plan Individualizado de A-
tención y el Modelo de Gestión Compartida de Casos,
que implica al ESM de forma decisoria en las actuaciones
que hayan de llevarse a cabo para conseguir los objetivos
del programa de TMG, siendo el punto de partida
para el acceso y la derivación a los demás dispositivos
implicados.
Se puede definir la Rehabilitación Psicosocial3, 4 co-
mo un proceso cuya meta global es ayudar a las personas con
discapacidades psiquiátricas a reintegrarse en la comunidad
y a mejorar su funcionamiento psicosocial, de modo que les
permita mantenerse en su entorno social en unas condiciones lo
mas normalizadas e independientes que sea posible.
Hay evidencias científicas consistentes7, 8, 9, 10, 11 res-
pecto a la eficacia de las intervenciones de rehabilita-
ción psicosocial, planteadas en términos de reducción
de síntomas psicóticos y cognitivos, prevención de re-
caídas, mejoría de funcionamiento global y de la cali-
dad de vida o apoyo social y emocional. Muchas de
estas intervenciones son aplicables no sólo en recursos
específicos de rehabilitación, sino también en la prácti-
ca cotidiana de un ESM: psicoeducación, intervencio-
nes familiares, entrenamiento en habilidades sociales,
terapia cognitivo conductual, programas de interven-
ción precoz para evitar recaídas, modelos de gestión de
casos y de tratamiento asertivo comunitario.
Para que estas intervenciones sean eficaces8, se re-
quiere que los profesionales tengan buena motivación,
formación específica y una supervisión adecuada.
Respecto a la elección del abordaje, vendrá determina-
do por la situación clínica, necesidades y preferencias
del enfermo y por los recursos existentes.
El reto de futuro para los Servicios de Salud Men-
tal3, 4 es compartir una misma filosofía, un mismo len-
guaje, unos objetivos y estrategias que permitan dar
coherencia y continuidad a la rehabilitación psicosocial
a lo largo de toda la red asistencial, haciéndola extensi-
ble al más amplio rango de población con TMG.
Pese a que algunos autores apoyan la integración
entre tratamiento y rehabilitación como procesos sinér-
36 Rehabilitación Psicosocial 2010; 7 (1 y 2): 35-38
gicos y complementarios12, son escasas las experiencias
publicadas acerca de intervenciones de este tipo en Cen-
tros o Equipos de Salud Mental; cuando se han realiza-
do13, generalmente era por ausencia de otros dispositivos
específicos, no de forma complementaria a ellos.
Exposición de la experiencia:
el equipo como marco rehabilitador
El ESM de Plasencia es un equipo multidisciplinar
(formado por diferentes profesionales: psiquiatras,
psicólogos, enfermeros, trabajadora social y adminis-
trativo) que trabajan con orientación terapéutica y reha-
bilitadora. Nuestro trabajo está impregnado por la
filosofía de la rehabilitación psicosocial como una
pieza fundamental en la recuperación del enfermo,
integrándose de una forma natural en nuestro queha-
cer cotidiano.
Nuestro principal objetivo como equipo es lograr la
máxima recuperación de las personas con TMG y para
ello, intentamos constituirnos en un marco rehabilita-
dor desde el punto de vista estructural y funcional.
Estructural, ya que desde el momento en que una per-
sona entra en el equipo, todo está pensado y diseñado
para ofrecer apoyo, asistencia y rehabilitación, median-
te un entorno tranquilo y estructurado, con normas de
funcionamiento sencillas y claras, una actitud coheren-
te y coordinada entre los profesionales, una accesibili-
dad programada siempre que sea posible, respetando el
tiempo asignado a cada enfermo y evitando tiempos de
espera innecesarios, proporcionando un trato directo y
personalizado en la acogida y durante todo el proceso
asistencial. Y funcional, con el desarrollo de las inter-
venciones específicas de cada profesional.
Para ello llevamos a cabo diferentes intervenciones
sanitarias y psicosociales. La labor sanitaria de un ESM
es bien conocida, por este motivo no nos detendremos a
detallarla. Centraremos nuestra reflexión en las inter-
venciones rehabilitadoras básicas que realizamos, entre
las cuales podemos citar: psicoeducación integrada en
toda la actividad asistencial; abordaje de aspectos psico-
sociales de la enfermedad dentro de la asistencia clínica;
modelado de conductas adaptativas y moldeado para
hacerlas más funcionales; apoyo en recuperación de
habilidades sociales básicas; apoyo individual, grupal y
familiar; manejo del estrés; habilidades de autocuidado
y actividades de la vida diaria; orientación para el dis-
frute del ocio y para realizar actividades formativas o
laborales. Las intervenciones de carácter rehabilitador
que realizan los diferentes profesionales del equipo en
su labor cotidiana pueden verse en las tablas 1 a 5.
Todas estas intervenciones se realizan respetando la
individualidad, autonomía de decisión e independencia
de la persona que padece una enfermedad mental, con-
tando con sus preferencias, habilidades, dificultades y
recursos, de una forma colaboradora y empática.