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Club Social para personas con discapacidad relativa a salud mental, espacio para el ocio que posibilita su participación
evolución vivida
El Club social no propone, ni tiene capacidad de
plantear, un enfoque terapéutico del ocio en sentido
estricto, esto es: un ocio que, con el apoyo de los
profesionales, busque desarrollar las capacidades del
usuario para participar en la sociedad. El Club necesita,
para poder existir, de la implicación de todos los
presentes: facilitadores, socios, y otros colaboradores;
sólo tal implicación garantiza que puedan funcionar las
actividades y el Club en sí mismo. Si el Club desarrolla
capacidades, que a juicio de socios y facilitadores sí lo
hace, es consecuencia del hecho mismo de que todos
participan en su marcha. De otro lado, si los
profesionales logran apoyar de alguna forma a los
socios en sus procesos de participación, de
empoderamiento en última instancia, y parece que sí lo
hacen a la vista de las declaraciones recogidas, es sólo
gracias a que han sabido redefinirse como facilitadores.
En relación al entorno social, al estigma y al
aislamiento que viven las personas con discapacidad
por su salud mental, el club social sigue siendo un
recurso específico, si bien abierto a la participación de
otras personas, es además una pequeña burbuja que
ofrece seguridad a los socios. En algunos casos esta
protección les impulsa a implicarse con autonomía en
otros ámbitos: clases, deporte....; en muchos casos, sin
embargo, necesitan el paraguas del Club para
aventurarse por estos espacios. La ayuda mutua que
se prestan los socios entre sí, junto con el apoyo de
facilitadores y colaboradores, es el trampolín de ambas
situaciones: la del socio autónomo y la del socio que
requiere apoyo.
Resultado de este espacio de participación, el socio
experimenta un reequilibrio del par
funcionamiento/discapacidad: ahora siente que es
capaz y realiza más actividades, tienen más relaciones
sociales y afectivas, se mueve en espacios a los que
antes no acudía, se siente también más fuerte
emocionalmente, y siente que quiere tener una
proyección en la sociedad. El estigma existe, está en la
sociedad, pero el auto-estigma disminuye, o por lo
menos su influencia limitadora de la participación. El
entorno social, al margen del club, no ha cambiado (o
no como efecto del club), pero las limitaciones, las
restricciones que impone a la actividad y/o participación
de los socios han perdido fuerza, contrarrestadas por el
efecto mediador del club en la experiencia vital del
socio.
Podemos distinguir los siguientes elementos
intervinientes; las claves para replicar esta experiencia:
- La ilusión, implicación, flexibilidad y empatía de los
socios, que rápidamente han asumido como propia
la propuesta de Club lanzada desde Argia, y que
han ido construyendo en el día a día.
- Otros colaboradores voluntarios, aportan dinamismo,
cariño, otros conocimientos y experiencias.
- Las competencias que evidencian los facilitadores:
muestran clara orientación a la mejora y la
innovación, capacidad de comunicación y empatía;
buscan incrementar el valor que el club aporta al
socio; y finalmente, pero no menos importante, son
personas profundamente positivas y alegres.
- El marco organizativo, Fundación Argia, que
promueve el Club Social. Con una política de
gestión de personas que aúna el apoyo al
desarrollo profesional con el reconocimiento a la
implicación en el proyecto Argia, y también, con una
política de gestión del conocimiento y la innovación
que apoya búsqueda de nuevas soluciones que
aporten valor al usuario, al socio.
- El compromiso ético con los derechos humanos de
las personas con discapacidad por su salud mental:
compromiso de Argia y de los facilitadores que, en
el Club, asumen la misión de apoyar que los socios
cumplan su deseo de ser felices, entendiendo por
tal disfrutar de una vida que vale la pena ser vivida,
de una vida que en su globalidad califiquen como
lograda, como realizada6.
- El compromiso profesional con el enfoque de la
Recuperación en salud mental. Compromiso ahora
también de Argia y de los facilitadores que, en el
Club Social, asumen la misión de facilitar que los
socios desarrollen su autocontrol, y ofrecerles
esperanza y oportunidades12.
A modo de conclusión, podemos señalar que la
combinación de los elementos señalados: implicación y
competencias de las personas, entorno organizativo
que propicia y apoya la innovación y el desarrollo
profesional, y compromiso ético y profesional con los
derechos humanos y el enfoque de la recuperación en
salud mental, es el sustrato adecuado para
intervenciones que hacen de la “participación” el medio
y el fin, y cuyo resultado es un mejor “funcionamiento”
de las personas con discapacidad mental. Como
creemos que hace patente nuestra experiencia con el
Club Social de Argia.
Bibliografía
1. OMS. Clasificación Internacional del Funcionamiento, de
la Discapacidad y de la Salud, Organización Mundial de
la Salud 2001. Disponible en:
http://conadis.gob.mx/doc/CIF_OMS.pdf
2. Casal Álvarez JC, Asociación Alonso Quijano. La
Asociación Alonso Quijano de Madrid: participación
social en la salud mental. Estudios de Psicologia.
2011;16(3):373-7.
3. FEDEAFES. Federación de Euskadi de asociaciones de
familiares y personas con enfermedad Mental. La
realidad del estigma social entre las personas con
enfermedad mental en la CAPV. Informe de resultados
Rehabilitación Psicosocial 2015; 12(1): 25-33 29