Page 29 - Revol121

Club Social para personas con discapacidad relativa a salud mental, espacio para el ocio que posibilita su participación
numerosos que “identifican” a las personas como
especiales, donde se reproducen actividades ya
existentes en la oferta comunitaria4,5.
La perspectiva de la calidad de vida en la
“discapacidad”, así como la de recuperación de la
salud mental, proponen: si todas las personas somos
iguales, si todas somos igualmente dignas, qué
derechos reconocemos en la persona con discapacidad
cuando, con voluntad de ayuda, limitamos sus
posibilidades, opciones, para evitarle sufrimientos y
ofrecerle entornos seguros. El reto que plantean es el
de ayudar a que la persona diseñe sus proyectos, a
que elija en función de sus posibilidades (lo que ya
puede hacer, y lo que podría con el apoyo adecuado) y
de cómo las valora6. Se introduce así la idea de
autodeterminación en el ocio, esto es: la capacidad
junto a la oportunidad de decidir. Plantean preguntas
como: ¿qué barreras impiden a las personas con
discapacidad por su salud mental el acceso a las
oportunidades en el ocio? ¿qué limitaciones tienen?
¿qué actitudes negativas hacia ellas hay en la
comunidad? Esto conduce a diseñar recursos cuyos
objetivos son: proporcionar oportunidades para
experimentar la “participación” y el disfrute en entornos cumpliendo con las responsabilidades profesionales,
normalizados, permitir desarrollar habilidades y
confianza, y favorecer la elección y el desarrollo de la
autoconfianza y la dignidad7.
En esta línea se sitúa un nuevo recurso: el Club
Social, cuya oferta de ocio se diseña y gesta como una
oferta diferenciada y específica para personas con
discapacidad por su salud mental. El objetivo es una
asimilación natural en la sociedad. Aprovecha la oferta
comunitaria, estimulando a la persona para organizar
su ocio y seleccionar actividades significativas, y
proporciona los apoyos para desarrollarlas8.
Un tipo concreto de Club Social es el autogestionado
por personas con discapacidad por su salud mental,
con el apoyo de profesionales que contribuyen a crear,
en reuniones semanales, un espacio estable de
encuentro. J.C. Casal señala: “en el Club Social
trabajamos la capacidad y la autonomía de la persona
para llevar adelante el proyecto vital personal. Son
relaciones reales de interacción e interdependencia en
un grupo basado en el respeto, la tolerancia, la
solidaridad, y el apoyo entre iguales. Hacemos que
mejore la calidad de vida de los compañeros y de otros
personas, dedicando de forma altruista parte de
nuestro tiempo. Somos más “participativos”, tenemos
muchas “actividades”, más oportunidades de ocio en la
ciudad y de entrar en contacto con otros grupos en el
barrio”2.
La idea de “participación”, presente en todas las
propuestas, se perfila en estas últimas como un fin y un
medio para alcanzar la buscada mejora de la calidad de
vida de las personas con discapacidad, su mejor
“funcionamiento”. Este doble carácter, de fin y medio a
la vez, se soporta en tres dimensiones de la
“participación”: es un proceso de aprendizaje y
desarrollo personal y colectivo, que busca transformar
las relaciones, las acciones, etc…, dando espacio y voz
a todas las personas para que ejerzan su
responsabilidad e influencia. La “participación”, innata
al ser humano, se define además como un derecho que
es necesario regular, generando mecanismos que
posibiliten su ejercicio. Y por fin la “participación”, se
halla estrechamente vinculada con la actitud: es
voluntaria y deseada. “Participar” implica autonomía,
libertad, responsabilidad. Requiere interés por ser parte
de la solución, y por tanto, en su ausencia, debe
aceptarse que alguien no desee participar9. Son dos los
sujetos que participan: la persona y el grupo en el que
se integra, y ambas se relacionan con la comunidad.
Profesionales y personas con discapacidad relativa a
salud mental, a través de sus asociaciones, convergen
en ver en la “participación”, además de un fin, un
instrumento para modificar el entorno y así eliminar los
“problemas o restricciones” que la limitan1,10,11.
Plantean además que para facilitar la participación de
las personas con discapacidad mental es necesario
cambiar el perfil del profesional; el reto es seguir
ante un nuevo reparto del poder en las relaciones
profesional-usuario10.
El enfoque dado al ocio en Argia ha evolucionado
según los pasos reseñados: iniciado como ocio
terapéutico (recuperar capacidades), topa con límites
(ocio pasivo, protagonismo profesional,..) que el
enfoque de la autodeterminación hace superar. Desde
aquí la “participación” se perfila como el medio más
adecuado para modificar el equilibrio
“funcionamiento/discapacidad”. En el Club Social
creamos un espacio en el que la “participación”
voluntaria de los socios es un derecho que estructura el
día a día. Los profesionales cedemos espacio de poder
a los socios, pero no por ello somos meros facilitadores
de su proceso de empoderamiento, de ruptura de los
“límites a su participación”, también nosotros nos
empoderamos en un nuevo papel de agentes
transformadores de la sociedad.
Experiencia del Club Social de Argia
El Club Social de Argia es un espacio destinado al
ocio de unas cincuenta personas con alguna
discapacidad relativa a la salud mental. En él trabajan
dos facilitadores, cuya función es apoyar a los socios
en su proceso de empoderamiento, y otras personas
aportan sus habilidades o simplemente compañía. Abre
las tardes de los días de labor, y una mañana del fin de
semana. El domingo los socios, siempre que uno se
haga responsable, abren el club sin apoyo.
En los tres años que lleva abierto, el club ha adquirido
un papel muy importante en la vida de los socios
Rehabilitación Psicosocial 2015; 12(1): 25-33 27