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Ramos-Ríos et al
Introducción
A pesar de los buenos resultados del tratamiento
asertivo comunitario (TAC) para las personas con
trastorno mental grave (TMG) y de la abundante
literatura sobre esta modalidad de asistencia que ha
hecho que se considere efectiva de acuerdo los
criterios de la revisión Cochrane1 y que se recomiende
su uso en revisiones como la del PORT
(Recomendaciones de tratamiento psicosocial para la
esquizofrenia del Patient Outcomes Research Team)2,
sigue habiendo dificultades para su implantación en
muchos lugares. Es una práctica continuamente
cuestionada, probablemente no en base a
planteamientos técnicos sino de otra índole3. Ya Stein y
Santos cuando rememoran los inicios de este
tratamiento como entrenamiento para el mantenimiento
de los pacientes en la comunidad, refieren que
entendieron que sería necesario analizar y realizar
estadísticas pormenorizadas que diesen cuenta de sus
resultados. El porqué de esta necesidad de tantos
estudios de investigación no tenía tanto que ver con lo
costoso de las técnicas, como con lo el hecho de que
resultaban contrarias a las prácticas y valores de las
instituciones de las que surgían. Sabían que cualquier
acontecimiento catastrófico podría hacer que la
institución decidiese acabar con el programa4.
A día de hoy, la pregunta de por qué si determinados
tratamientos psicosociales han demostrado su eficacia
no se han extendido en la práctica, sigue en el aire en
la comunidad científica5,6. Además en los últimos años
determinadas observaciones que cuestionan la
efectividad del TAC han tenido una importante difusión,
tal es el caso de la experiencia de implantación de
equipos de TAC en el Reino Unido. En ese contexto
sólo se demostró que mejoraban la adherencia a los
servicios y la satisfacción, pero no otras variables como pero a veces un obstáculo para prestar una atención
el uso de servicios hospitalarios7,8. Los propios
investigadores hipotetizaron que este resultado se
podía deber a que los equipos comunitarios ya
existentes en el Reino Unido reúnen ya muchos de los
ingredientes del TAC. También en los Países Bajos se
han producido resultados similares a los británicos9. Se
trataría entonces de introducir algunos elementos más
del TAC en los equipos comunitarios que ya están
funcionando, pero sólo para la atención a los pacientes
con más dificultades de mantener en la red10. A partir
de estos estudios, al hablar de la efectividad del TAC,
hay que tener en cuenta al menos las siguientes dos
consideraciones. Es necesario examinar cómo
funcionan en relación al trastorno mental grave los
servicios comunitarios de cada país. Y hay que
considerar la fidelidad del marco de tratamiento al
modelo original de TAC aplicado por Stein y Test11.
Existen cada vez más experiencias, sobre todo en
Europa, pero también en otros continentes, de
21 Rehabilitación Psicosocial 2015; 12(2): 20-24
adaptaciones del modelo para hacerlo más flexible12-14.
En concreto, en España, el modelo Avilés, pone el
énfasis en la atención transversal al proceso de TMG
en todos los niveles asistenciales, asumiendo el
desarrollo de una atención comunitaria y hospitalaria al
TMG en nuestro país que hace que no sea
imprescindible la atención las 24 horas del día, los 365
días del año15. Este modelo se ha extendido en otras
áreas de España, integrándose además el TAC en
programas de TMG que incluyen atención a un mayor
número de pacientes con menor intensidad de
intervención domiciliaria16. Este desarrollo es parejo al
que está sucediendo en otros países del entorno.
Respecto a las determinaciones de eficacia, con
posterioridad a la publicación de la revisión Cochrane1,
siguen apareciendo artículos que reproducen los
mismos resultados, tanto con modalidades más fieles al
original, como con adaptaciones del modelo. Hay una
menor pérdida de pacientes del seguimiento7,9,17,18. El
coste es similar a la atención hospitalaria, pero el coste
efectividad del TAC es superior si se considera el
incremento en la calidad de vida y la satisfacción de los
pacientes19. Se reduce el uso de recursos
hospitalarios14,17,20,21. Los usuarios de esta modalidad
de tratamiento tienen más posibilidades de conseguir y
mantener un empleo22, 23.
En este estado de la cuestión nos parece de interés
aportar datos de la eficacia del Equipo de Continuidad
de Santiago.
El Equipo de Continuidad de Cuidados (ECC) de
Santiago comenzó su actividad en febrero de 2004.
Contaba entonces con una enfermera especialista en
salud mental y una auxiliar psiquiátrica. No se asignó al
programa un psiquiatra de manera estable hasta 2009.
Se contaba apoyo de la infraestructura y los
profesionales del Hospital Psiquiátrico, muy valiosa,
comunitaria e integral a los pacientes. En octubre de
2012 se reforzó con la dotación de más personal de
enfermería (otro equipo dotado con una enfermera
especialista en salud mental y una auxiliar psiquiátrica)
y mayor dedicación de tiempo de un psiquiatra (hasta
4/5 de jornada), pudiendo desarrollar con mayor
fidelidad las principales características del tratamiento
asertivo comunitario. En aquel momento se planteó que
su misión debía ser contribuir a la
desinstitucionalización de pacientes del Hospital
Psiquiátrico y evitar la cronificación e
institucionalización de pacientes con trastorno mental
grave en la comunidad24. Tras dos años de trabajo
parece posible presentar datos de la efectividad de los
equipos, en concreto en la reducción de número de
ingresos y estancias hospitalarias.
Método
Se realizó un estudio retrospectivo y descriptivo en