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Un aspecto a destacar es que en el contexto de las
asambleas y órganos de decisión de los grupos de
activismo en salud mental se combinan las tareas
propias de estos órganos con una actitud abierta y
comprensiva hacia el comentario de síntomas, efectos
adversos de la medicación o trato con profesionales. Es
decir, fuera del contexto de los grupos de apoyo mutuo
también se producen constantemente actitudes de
apoyo de una manera espontánea. Aunque también se
debe tener en cuenta que en los órganos de decisión
de cualquier organización humana, existen
desacuerdos que pueden llevar a frustraciones. De
todos modos, aunque en principio la frustración es una
emoción negativa, es importante tener en cuenta que la
experimentación de emociones tanto positivas como
negativas es importante para el bienestar global15. Al
fin y al cabo recuperarse, sobre todo para las personas
que hayan estado sometidas a situaciones de mayor
aislamiento social, implica volver a estar en contacto
con lo bueno y lo malo de las relaciones humanas y ser
capaz de afrontarlas con flexibilidad.
La selección de metodologías que nos permitan
explorar el efecto de la participación en el activismo en
salud mental sobre el bienestar de los participantes en
primera persona requiere una gran reflexión. Un primer
aspecto importante es el diseño. La única manera de
saber a ciencia cierta si existe una relación causal entre
dos fenómenos es la realización de un diseño
experimental. Sin embargo, no creemos que esto sea
adecuado en el contexto que nos ocupa, ya que
supondría la vulneración de los derechos de
participación, decisión y agencia que estimamos
fundamentales. Esto es de este modo, ya que para la
realización de estos estudios es necesario aleatorizar a
una porción de los participantes a una condición control
donde se les asigna a otro tipo de actividades, se
retrasa su participación o ésta ni si quiera se llega a
producir. Además, desde distintos foros de
investigación en salud mental se denuncia el abuso de
este tipo de metodologías que, aunque ofrecen
información valiosa en cuanto a su validez interna,
suelen obviar lo referente a la validez externa y por lo
tanto a su aplicabilidad y procesos subyacentes16. Es
decir, un estudio experimental ofrece pruebas para
asegurar que una cosa funciona más que otra, pero no
ayuda a saber por qué pasa ni si pasará cuando se
aplique fuera del contexto experimental. Hay que tener
en cuenta que cuando se realiza un estudio
experimental se introducen muchas variables extrañas
debido a las expectativas, la inversión financiera, la
formación extra que se suele hacer a los miembros del
equipo, etc. que luego, a la hora de la aplicación en el
día a día, no se suelen dar.
Un aspecto no menos complejo que el del diseño es
la elección de variables. La elección de un término tan
ambiguo como es el “bienestar” en el título de esta
Activismo en salud mental y bienestar
revisión breve, ha sido deliberada. Aunque algunos
aspectos del bienestar psicológico17 como son las
relaciones positivas con otros, el crecimiento personal y
el propósito pueden verse influenciadas por la
participación, creemos que en todo caso habría que
fijarse en un bienestar de tipo psicosocial que tenga
más en cuenta el mesosistema en el que queramos
explorar el impacto de la participación en el bienestar.
Esto implica explorar el bienestar desde un punto de
vista interpersonal teniendo en cuenta la situación de la
comunidad, en este caso el grupo en primera persona.
Una variable muy popular que podría capturar el
impacto de la participación es el empoderamiento18.
Algunos de los componentes de este concepto son la
autoeficacia, la autoestima, el optimismo o la
capacitación, que son aspectos que se ven claramente
realzados tras una experiencia positiva de activismo.
Por otro lado, el activismo en salud mental es una
actividad que fortalece la identidad. Aunque la identidad
no es una variable fácil de acotar, los testimonios
espontáneos de los activistas están repletos sobre su
yo antes y después de hacerse activistas, de la
capacidad de mostrarse tal cual son, de ser uno
mismo...
Por todo esto, creemos adecuada la realización de
proyectos de investigación-acción participativa donde
sean los propios activistas los que decidan cómo y para
qué (y de hecho si quieren) evaluar el impacto que la
participación está teniendo en sus vidas. Un ejemplo
magnífico es un estudio realizado desde el enfoque de
la geografía de la salud19 tomando las narrativas
autobiográficas de activistas como materia prima para
analizar cómo los componentes identitarios se
entremezclan con la evolución de su “carrera” como
activistas dentro de la propia evolución del movimiento
en distintos países. Aunque en este caso se trata de un
trabajo cualitativo que facilita la participación de los
activistas sin formación específica a través de la
creación de narrativas, creemos que se debe ser
flexible con los métodos y aceptar también el uso de
escalas de medida cuantitativa, sobre todo si en su
construcción están implicados los propios activistas18,20.
En definitiva, aunque esta revisión pretende abrir la
curiosidad hacia un aspecto que ha recibido atención
en otros tipos de activismos, queremos concluir este
texto recordando que los activistas en salud mental son
algo más que casos1. Explorar el impacto de la
participación en su bienestar o nivel de
empoderamiento, solo puede tener sentido si se hace
como parte de la participación y su proceso de
empoderamiento, asumiendo una posición axiológica
comprometida.
Rehabilitación Psicosocial 2015; 12(2): 32-35 34