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Análisis de necesidades asociadas a personas con trastorno mental grave atendidas en centros y servicios de rehabilitación psicosocial con elevada edad
micos, escasas relaciones sociales y experimentan mayor número de necesidades no satisfechas por el sistema. Se podría
afirmar que estas necesidades son comunes con la población general, sin embargo, las personas con un TMG suman
los condicionantes del trastorno, así como determinantes sociales que conllevan un aumento de problemas respecto a
personas que no padecen el trastorno.
Todas estas necesidades deben ser atendidas por las redes de atención, pues la previsión es que vayan en aumento en
las próximas décadas. Además, la mayoría de estas necesidades están moduladas por los llamados síntomas negativos
y el deterioro cognitivo, a pesar de los avances de los tratamientos psicosociales y farmacológicos. Esta realidad, junto
con las dificultades percibidas por los profesionales de “no factibilidad” en abordar necesidades en cuestiones básicas
del bienestar social (Taba 7), pueden poner a la población en una situación de grave riesgo. De hecho, si las previsiones
epidemiológicas para nuestro país fueran acertadas [3], la N de cada ítem de la Tabla 8 de riesgos sociales se vería au-
mentada en un 20% en los próximos 25 años. Eso indicaría que, comparado con el estudio en el que se han detectado
un 14.78 % de personas con este perfil, aumentarían al 34.78 % las personas con TMG y edad avanzada atendidas en los
servicios podrían estar en riesgo de soledad y aislamiento, permaneciendo en sus hogares sin los apoyos necesarios para
garantizar una vida digna y saludable. Aunque esta estimación porcentual está hecha sin tener cuenta la proyección de
aumento de la N poblacional de los próximos 20 años, pensamos que refleja un incremento progresivo que coincide con
todas las estimaciones de las que disponemos. Por lo tanto, es razonable considerar un refuerzo en las necesidades de
apoyo sanitario y social en el hogar. Las necesidades en alternativas residenciales sufrirán un aumento exponencial en las
próximas dos décadas.
Debemos tener en cuenta también identificar las necesidades específicas de las mujeres mayores con TMG, algunas ya
señaladas en la introducción, ya que, según este estudio el número de mujeres mayores de 58 años con TMG es del 51%.
Dados estos resultados, se necesitan nuevos métodos, programas y estrategias para garantizar servicios adecuados y su-
ficientes para esta población. En última estancia, se puede reflexionar sobre la necesidad de cambios en el diseño actual
de los servicios, o incluso la creación de nuevos servicios. Existen programas que han demostrado su eficacia para esta po-
blación, como el programa FAST [20]. Consiste en una intervención multicomponentes enfocada a mejorar las habilidades
sociales, aumentar los autocuidados de salud, reducir los síntomas psiquiátricos y aumentar el uso efectivo del tiempo. El
programa FAST ha sido adaptado para latinos y población de habla hispana con la denominación PEDAL [11,21]. También
se cuenta con el programa HOPES [20]. Por último, se puede mencionar el programa I-IMR [22], adaptado para personas
con diagnóstico de TMG, en especial esquizofrenia, que presenta problemas físicos asociados al aumento de la edad.
Este ha alcanzado resultados positivos en el automanejo de los síntomas psiquiátricos, los problemas de salud (como la
diabetes) y en la utilización de los servicios hospitalarios [23]. Estos programas provienen de la metodología y enfoque
propios de la rehabilitación psicosocial y por tanto deberían estar disponibles e implantarse en los centros y servicios de
rehabilitación.
Por último, los profesionales que trabajan con esta población deberían seguir las recomendaciones propuestas por
SAMHSA [11]. Entre ellas encontramos: formación continua de todas las profesiones en la detección y atención de nece-
sidades, conocer buenas prácticas en cuidado de la salud, desarrollar estándares de calidad en la atención e integrarlas
en las diferentes disciplinas, favorecer las figuras de apoyo mutuo y formación con los familiares y cuidadores para dar a
conocer recursos y necesidades específicas.
Las limitaciones principales del estudio son, por un lado, que solo se cuenta con la percepción de los profesionales de
los centros o servicios. Por otro lado, el tipo de muestra incidental no permite una generalización a la muestra global de
personas con TMG y de avanzada edad. Pensamos que se deben ampliar los estudios que tengan en cuenta la valoración
directa de las personas usuarias y sus familias. Asimismo, se debe incidir en las diferencias en las necesidades teniendo en
cuenta el género y el contexto geográfico de referencia. Pese a ello, las implicaciones que se derivan para los profesionales
y los responsables de gestión de servicios son importantes. Los profesionales deben hacer esfuerzos por detectar las
necesidades de las personas con TMG que superan los 55 años y trabajar para que dichas necesidades tengan el menor
impacto posible o se cubran por completo.
32 Rehabilitación Psicosocial - Volumen 20 nº 1 - Enero - Junio 2024