Page 19 - GUIA DE INTERVENCION FAMILAR EN LA ESQUIZOFRENIA
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En cuanto a la influencia de los factores exógenos en las manifestaciones clínicas de la enfermedad, y en
las incidencias de su curso y evolución, existe sobrada evidencia de que se desarrolla conforme a un patrón
ampliamente generalizado en las enfermedades crónicas, cuyo modelo heurístico es el de vulnerabilidad-estrés.

Dicho modelo, que viene siendo aplicado a la esquizofrenia desde los trabajos ya clásicos de Zubin y Spring
(1977) y de Nuechterlein y Dawson (1984 a, b), constituye un punto de partida teórico fundamental para la
investigación sobre la esquizofrenia, además de una herramienta indispensable en los programas que se ocupan
de su tratamiento y rehabilitación.

De acuerdo con su enunciado más general, los factores estresantes ambientales (clima de crítica o sobreimplicación
familiar, excesiva estimulación social, eventos vitales estresantes) interactuarían con los propios factores de
vulnerabilidad preexistentes (déficits en el procesamiento de la información, hiperreactividad autonómica,
limitaciones en las habilidades sociales, en la resolución de problemas), para producir círculos viciosos que
conducirían a nuevos brotes psicóticos. Estos, al empeorar las condiciones personales y ambientales, alterarían
aún más negativamente el balance vulnerabilidad-estrés.

De acuerdo con la “teoría de la capacidad”, de los citados Nuechterlein y Dawson, el procesamiento de la
información presenta menos exigencias en el nivel perceptual inicial y más en el “extremo de respuesta”. Este
extremo de respuesta parece estar afectado en la esquizofrenia. El paciente está “muy vigilante” pero “poco
atento”, ya que no puede procesar toda la información que va recogiendo a la vez. Su competencia para codificar
los mensajes se sigue de un fracaso en las tareas mnemónicas a corto plazo o de recognición. Las respuestas
en el plano de los síntomas también parecen poder clasificarse de acuerdo con esta teoría de la capacidad. Los
pacientes más “reactivos”, y que presentan predominio de síntomas positivos, asignarían indiscriminadamente
su capacidad de procesamiento a la información recibida. Los “no reactivos”, con predominio de síntomas
negativos, no lograrían asignar su capacidad de procesamiento.

Posteriormente, diversos autores volvieron sobre el modelo, bien para desarrollarlo o bien para invocarlo
como fundamento de las distintas intervenciones. No es casual que su auge coincidiera en el tiempo con el
desarrollo y la generalización de los actuales programas de rehabilitación para la esquizofrenia, ya que el
modelo vulnerabilidad-estrés contribuye a situar las intervenciones en un contexto mucho menos tentativo
para el clínico y más seguro para el paciente.

La Figura 8, muestra el círculo general en que se desenvuelve la vulnerabilidad, con todos los circuitos parciales
que se dan en su interior. Los vectores que conducen a cada desencadenamiento están representados en el
centro del esquema con trazos discontinuos, para expresar su contingencia.

Como puede apreciarse, este ciclo de vulnerabilidad se origina por la interacción entre los factores de

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