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Mogollón-Rodríguez et al
Introducción
Afirma Liberman: “los principios orientadores de un
programa rehabilitador deben partir de la prevención
terciaria, para aminorar el impacto de las
discapacidades (…); de la normalización, (…) de la
desinstitucionalización, (…) del modelo de competencia
(…) y del modelo de vulnerabilidad, para promover las
acciones de protección específica contra los factores
de riesgo personales.”1
Desde la práctica profesional en un Centro de
Rehabilitación Psicosocial (CRPS), una de las
percepciones que se obtienen es que la población que
no tiene un contacto directo y continuado con las
personas con trastorno mental grave, mantienen la idea
de que estas son impredecibles en su comportamiento
y expresión emocional. Entendiendo que esta es una
apreciación observada y obtenida desde la práctica
profesional, consideramos imprescindible su
confirmación o renuncia a través de procesos
científicos, consideramos que estas verbalizaciones
reflejarían miedo y desconfianza por parte de las
personas que lo plantean. Considerando estas
emociones una barrera para la inclusión, principal
objetivo del tratamiento de rehabilitación psicosocial. realización de trámites administrativos, acceso a
Considerando que unas ideas desajustadas apuntan
hacia la estereotipación, y estos estereotipos serían
una fuente de estigma, podemos afirmar que la
identificación y estigmatización de un colectivo es un
inevitable camino hacia la exclusión social, lo que nos emociones negativas como la tristeza, enfado, asco,
hace concluir que: mantener ideas estereotipadas
sobre las personas con Trastorno Mental Grave
excluye y genera barreras para la socialización plena
de los individuos.
A día de hoy, no se han encontrado textos científicos
que aborden la temática específica de la
impredecibilidad en la enfermedad mental en general,
abundando la literatura relativa a la agresividad o la
conflictividad legal de la población diagnosticada de
Trastornos Mentales.
Centrándonos en el estereotipo de impredecibilidad,
recogido en el clarificador estudio de “La Enfermedad
Mental en los Medios de Comunicación: Un Estudio
Empírico en Prensa,Escrita, Radio y Televisión”, la
definiríamos como característica que se otorga a la
persona identificada con una enfermedad mental2.
Siendo impredecible aquel del que no se podrá intuir su personas en su mayoría fuera del circuito laboral y con
comportamiento o actitud, no siguiendo patrón
comportamental o norma social. Etiquetando de
manera generalizada y no adjetivando en función de
circunstancias, momentos o situaciones
Método
Considerando los estereotipos fuente de estigma y
éste un camino hacia la exclusión social de las
personas con Trastorno Mental Grave, se persigue
10 Rehabilitación Psicosocial 2014; 11(2): 9-16
buscar si existe esa idea de impredecibilidad en la
población general hacia las personas con enfermedad
mental, primer paso clarificador para poder elaborar
campañas de sensibilización específicas y ajustadas
ante la percepción real. Se parte de la hipótesis de que
la población de Badajoz atribuye la característica de
impredecibilidad a las personas con enfermedad
mental.
Si aceptamos que toda idea genera una serie de
emociones en la interacción con los individuos
identificados, la impredecibilidad llevaría adscrita
emociones negativas como miedo, desconfianza,
etcétera, lo que implicaría que la visión sobre la
persona identificada como persona con enfermedad
mental generaría una barrera para la interacción con la
persona.
Identificamos impredecibilidad como aquella
característica atribuida a aquel que no nos resulta
coherente en su interacción, cuando su
comportamiento no se puede predecir ni guarda patrón
en situaciones similares.
Entendiendo la interacción interpersonal la principal
puerta de acceso a las diferentes actuaciones en el
medio comunitario: participación en formación, trabajar,
recursos especializados de otras redes de intervención
diferentes a la de salud mental, etcétera.
La otra hipótesis del estudio apunta hacia que “las
personas con enfermedad mental son identificadas con
etcétera”. Confirmar esta hipótesis implicaría que,
aceptando que las personas nos sentimos más atraídas
por personas y sensaciones que nos generen
emociones positivas3, la asociación de estas
emociones negativas con la persona identificada con
una enfermedad mental, provocaría rechazo o, cuanto
menos, no facilidad para el acercamiento e interacción
con la persona.
Por la ubicación del CRPS de Badajoz,
considerábamos importante conocer si se da esta idea
planteada en los habitantes de la ciudad. Con respecto
a la población de estudio, valorábamos interesante
centrarnos en las edades comprendidas entre los 18 y
65 años. Descartando los menores de 18 años por
tener circuitos de relación más concretos (colegio,
recursos sanitarios específicos, recursos de ocio
propios,…) y descartando los mayores de 65 años,
recursos de apoyo muy especializados.
Para poder alcanzar los objetivos planteados se
utilizó, como herramienta clave, una encuesta a la
población. Como instrumento, se manejó un
cuestionario ad hoc (ver Anexos 1 y 2), con la
pretensión de llevar a cabo la encuesta a un mínimo de
140 personas, divididos en dos grupos: grupo
experimental, con el que se cumplimentó el