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Atención al enfermo mental sin hogar durante la crisis de la COVID-19. Actuación del Equipo de Calle de Salud Mental (ECASAM) de la Comunidad de Madrid
INTRODUCCIÓN
La falta de vivienda es siempre un gran desafío durante las
emergencias de salud pública, a saber, epidemias y pande-
mias. El 14 de marzo de 2020 se declaró en España el Esta-
do de Alarma debido a la pandemia mundial originada por
el SARS-CoV-2. Esta situación de confinamiento domiciliario
(BOE, 2020) necesaria para controlar los contagios afectó
de forma relevante a las Personas Sin Hogar (PSH). De los
47 millones de españoles, unas 33.000 personas según la
Fundación Rais (Hogar Sí, 2019) tuvieron muy reducidas las
opciones de alojarse en hostales, albergues o centros de
acogida. Esta situación no solo supuso una falta de confina-
miento y, por tanto, un aumento del riesgo de contagio por
la ausencia de medidas de protección adecuadas, sino que
también afectó más aún a la salud mental de estas perso-
nas y a su invisibilidad social.
Acercarse a la realidad de las personas sin hogar y cuanti-
ficar ese fenómeno no resulta fácil ya que constituyen un
grupo social que busca el anonimato en la mayoría de los
casos. Por eso, hace 10 años, y siguiendo el modelo de la
ciudad de Nueva York, Madrid fue la primera ciudad de Es-
paña, y una de las primeras de Europa, que puso en mar-
cha un Recuento de Personas sin Hogar en sus calles. En
diciembre de 2018, en el IX Recuento Nocturno de Perso-
nas sin Hogar, se detectaron 650 personas pernoctando en
la calle (bajo puentes, túneles, parques o descampados), a
lo que se suman más de 2100 personas sin hogar alojadas
en centros asistenciales.
Una proporción significativa de personas sin hogar presen-
ta algún tipo de enfermedad mental. Los datos obtenidos
en la última encuesta realizada por el INE muestran que el
39,5% de las personas sin hogar presentan alguna disca-
pacidad psíquica reconocida. Y estudios epidemiológicos
tanto nacionales como internacionales, señalan que apro-
ximadamente un 30% de las personas sin hogar padece un
Trastorno Mental Grave (TMG).
La exclusión social que sufren las personas sin hogar con
una enfermedad mental es un fenómeno complejo, que
tiene que ver con situaciones de desarraigo familiar y social,
desempleo, pobreza severa, deterioro personal y social. Los
enfermos mentales que duermen en albergues o en las
calles, pueden ser más susceptibles a la enfermedad por
coronavirus (COVID-19) o la muerte, debido a la prevalencia
de condiciones médicas físicas subyacentes y a que los que
los recursos asistenciales existentes (sanitarios y sociales)
no logran aportar respuestas coordinadas y eficientes.
JUSTIFICACIÓN
En las ciudades europeas se impuso un bloqueo para evi-
tar la transmisión del SARS-CoV-2, pero fueron pocos los
planes de preparación de emergencias para transportar y
proporcionar refugio a la gran cantidad de personas que vi-
ven sin hogar. En los bloqueos, los espacios públicos están
cerrados, el movimiento fuera de las casas está restringido
y las principales vías de transporte pueden estar cerradas,
todo lo cual podría afectar negativamente a las personas
que viven en la calle. Al inicio de la crisis, no estaba claro
cómo y dónde se trasladarían a las personas sin refugio
que experimentan la falta de vivienda si se implementa-
rían cuarentenas y bloqueos. En tal escenario, era posible
el cierre de refugios y otros entornos comunitarios de alta
densidad (por ejemplo, centros de acogida y comedores
sociales), lo que podría aumentar el número de personas
sin refugio que experimentan la falta de vivienda y reducir
20 Rehabilitación Psicosocial - Volumen 18 nº 2 - Julio-Diciembre 2022
su acceso a los servicios necesarios.
En cuanto a España, la rápida transmisión del SARS-CoV-2
impulsó la necesidad de una rápida orientación guberna-
mental (estatal, autonómica y municipal) sobre cómo se
pueden aplicar las medidas de precaución en las poblacio-
nes sin hogar. En la ciudad de Madrid, desde el Equipo de
Calle de Salud Mental (ECASAM), se identificaron numero-
sos desafíos, tanto para proporcionar la adecuada aten-
ción a los enfermos mentales que no tienen hogar, como
para quienes brindan atención médica a este grupo de
población vulnerable. Estos desafíos incluyen los aspectos
relacionados con: la transmisión de SARS-CoV-2, la identifi-
cación y seguimiento de los casos COVID+, la cuarentena y
el aislamiento, la continuidad de cuidados asistenciales, las
comorbilidades y la letalidad.
Transmisión de SARS-CoV-2
Al tratarse de personas que no tienen hogar, representan
la mayor amenaza de verse contagiadas en el menor tiem-
po posible por virus altamente infecciosos como el SARS-
CoV-2; y en la medida en que deambulan la mayor parte
del tiempo, también pueden ser un posible propagador del
virus. Aquellos que pernoctan en albergues, también son
mucho más susceptibles a contraer la COVID-19, debido
a los espacios reducidos, el uso compartido de utensilios
y la falta de instalaciones sanitarias adecuadas. Pero tam-
bién hay muchas personas sin hogar que no se alojan en
albergues y que duermen en la calle (bajo puentes, túne-
les, parques o descampados, paradas de autobús, en las
estaciones de tren o aeropuertos), que viajan en metro o
autobús, o que acuden a pasar la noche en las salas de es-
pera de las urgencias de los hospitales por la noche; lugares
donde una persona expuesta podría contaminar puertas y
accesorios de baño, sillas u otros objetos, brindando opor-
tunidades para contagiarse y transmitir la infección a otros.
Por otra parte, la falta de conciencia sobre la salud tam-
bién es un factor determinante: los pacientes sin hogar
con enfermedades mentales se encuentran excluidos de
la corriente principal de la sociedad y no tienen acceso a
información relacionada con la salud. Esto puede resultar
en la no adopción de medidas de protección personal para
evitar la adquisición de la infección por COVID-19. De todas
formas, la implementación de consejos sobre cómo mini-
mizar el riesgo de exposición y transmisión de COVID-19
es inmensamente difícil para las personas que viven en la
calle y para los servicios de salud que trabajan con ellos. Los
expertos insisten que mantener las manos limpias es una
de las mejores y más fáciles formas de prevenir la trans-
misión del nuevo coronavirus, pero el lavado de manos y
la higiene regulares (y el acceso a jabón o desinfectante y
baños para hacer esto) es extremadamente problemático
si se vive en la calle.
En ocasiones, algunos enfermos mentales sin hogar viven
en un estado muy antihigiénico o tienen un cuidado perso-
nal deficiente lo que aumenta la propensión a contraer la
infección por el SARS-CoV-2.
Identificación y seguimiento de los casos COVID+
La población de enfermos mentales sin hogar, constituyen
un grupo social que busca el anonimato en la mayoría de
los casos, además tienden a ser mucho más itinerantes
que las personas de la población general, lo que dificulta
la identificación y el seguimiento de los casos COVID+, así
como la prevención de la transmisión y el tratamiento de