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A. Jimeno-Valdés, N. Jimeno-Bulnes y M. L. Vargas
Esquizofrenias Sintomáticas, la relación entre sínto-
mas psicóticos –indistinguibles de las esquizofrénicas
genuinas– y lesiones específicas cerebrales13. En otro
trabajo en colaboración, precisamos algunas particu-
laridades de la medición encefalográfica del tercer
ventrículo14 respecto las medidas presentadas en los
trabajos de la escuela de Huber3, ideas que hemos pre-
cisado posteriormente15. Todo este tipo de trabajos
consolidaron en nuestra opinión las hipótesis funda-
mentalmente neurobiológicas respecto el grupo de las
esquizofrenias.
Nos referiremos sin embargo a la escuela que consi-
deramos más relevante y que en todo caso conocemos
mejor.
La escuela de Bonn, dirigida por Gerd Huber e inte-
grada también por G. Gross, K. Klosterkötter; L.
Süllwold y otros autores, precisamente desde esa época
y mediante un estudio de cohortes de más de 300
pacientes seguidos durante más de treinta años, identi-
fica por una parte indudables atrofias cerebrales alrede-
dor sobre todo del tercer ventrículo, y por otra parte
infinidad de síntomas defectuales, entre ellos los que
denominan Síntomas Básicos. Estos síntomas los des-
cubre y documenta entre otras pruebas, la muy com-
pleja y asombrosa, diríamos, Escala de Bonn para la
Evaluación de Síntomas Básicos (Gross, Huber y
cols.)16 y el Inventario Psicopatológico de Frankfurt de
Süllwold6-8. Nótese que dentro de estas doctrinas se
debe hablar de síntomas defectivos –pormenorizados
como síntomas básicos– o bien de síntomas producti-
vos, pero no de síntomas negativos o positivos, pues
éstos derivan de otras doctrinas y no son exactamente
superponibles.
1. Se trata, pues, en primer lugar de síntomas deficitarios
de origen cognitivo, es decir, determinados por tras-
tornos del procesamiento cerebral de la informa-
ción, que acaban produciendo síntomas en todas
las funciones psíquicas, muy especialmente en la
emocionalidad, y desde luego en las conductas.
Recordemos que concomitantemente con estos
síntomas pueden identificarse los llamados Sínto-
mas Neurológicos Blandos, que seguramente son
corresponsables de los básicos.
2. En segundo lugar, anteceden a veces durante años o
incluso desde la formación de la personalidad en la
pubertad tardía, a los síntomas productivos, constitu-
yendo las formas defectuales puras, o bien consti-
tuyendo factores o causas predisponentes de los
síntomas agudos productivos. Estos estudios por lo
tanto permiten también identificar «Síntomas
Básicos» en edades infantiles, en síntomas que
ordinariamente son clasificados como síntomas
neuróticos o psicopáticos (junto a los síntomas
neurológicos blandos). Esta detección precoz, por
60 Rehabilitación Psicosocial 2008; 5 (1 y 2): 57-65
lo tanto, sirve a efectos de pronóstico y preven-
ción y pueden integrarse en el concepto de vulne-
rabilidad. Así la evaluación de los síntomas bási-
cos permite una evaluación de la vulnerabilidad
para las psicosis funcionales, en las cuales se
engloba también al Síndrome Obsesivo
Compulsivo grave, y el pánico endógeno (trastor-
no de angustia según el DSM). Así se ofrece una
magnífica explicación de los síntomas obsesivos y
obsesivoides en los pacientes esquizofrénicos y de
las formas esquizofrenias antes llamadas esquizo-
neuróticas, cuadros que surgirían por deficiencias
cognitivas en la planificación y la ejecución de
conductas aparentemente simples pero importan-
tes, como las de atención personal o del trabajo
profesional. Así el síndrome o trastorno obsesivo
grave es asimilado por la escuela de Bonn a lo que
llaman síndromes psicóticos idiopáticos, con el
que sustituyen el término más arcaico y difícil de
comprender de endógenos5, .17-19
Una vez superados los síntomas productivos y aun
en casos de evolución benigna, la escuela de Bonn
comprueba que los síntomas básicos permanecen
un mínimo de seis meses después de la finalización
del brote agudo, y por ello con frecuencia son res-
ponsables de las recaídas.
3. En tercer lugar son síntomas eminentemente subjetivos, es
decir, que el paciente, una vez recuperada su identi-
dad es consciente de sus deficiencias, sufre por ello
y desarrolla a su vez estrategias de superación que a
veces se evidencian como síntomas. El autismo, por
ejemplo y según Huber, es a veces una estrategia de
defensa frente al exceso de estímulos, sobre todo
sociales, que el paciente tiene dificultades en com-
prender y responder. Ello presupone que el paciente
es consciente de sus dificultades, lo que excluye en
general un episodio psicótico agudo.
4. Las estereotipias y rituales obsesivos pueden pro-
venir de la dificultad que tiene el paciente para
comprobar que ha realizado bien y terminado la
tarea en cuestión. Precisamente por eso algunas
pruebas, como el Inventario Psicopatológico de
Frankfurt, son autoaplicadas, pues el paciente
puede así con toda tranquilidad identificar sus sín-
tomas, que a veces sufre pero no sabe describir.
Quienes hemos trabajado con esta escala siempre
nos sorprendíamos agradablemente cuando el
paciente exclamaba ante un item determinado:
«Eso, eso es precisamente lo que me sucede».
5. Por último los síntomas básicos así identificados detalla-
damente son susceptibles de ser tratados y su estudio
podría constituir por ello el primer paso en la cons-
trucción y aplicación de los programas «cognitivo-
conductales» de rehabilitación. Precisamente en