Page 72 - GUIA DE INTERVENCION FAMILAR EN LA ESQUIZOFRENIA
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estructurados, que permitan unir a dicho personal, independientemente de las características profesionales
o curriculares que les separen, y en torno a una sola misión basada en la propia filosofía de la rehabilitación
psicosocial.

Los autores revisan las “competencias básicas” requeridas para realizar estas intervenciones e identificadas
por distintas asociaciones y comités, recogiendo lo señalado por Zubritsky y Hadley (1998), que definían estas
competencias básicas como “los valores esenciales, actitudes, principios éticos, conocimientos y habilidades que
los proveedores de salud mental necesitan para funcionar de manera efectiva”. Y resaltan que, aunque si se han
especificado estas competencias básicas, rara vez han sido contempladas en los planes de estudio.

Como áreas de conocimientos relevantes para el campo de la rehabilitación psicosocial incluyen: el enfoque
de recuperación, el proceso que debe seguir dicha rehabilitación y recuperación, el movimiento de los
consumidores, los problemas interculturales y la investigación relacionada con cada una de estas áreas. Señalan
igualmente, la especial “disposición actitudinal” que se precisa para el trabajo en rehabilitación psicosocial.
Los tipos de actitudes que se consideran relevantes deben tener relación con la filosofía y los valores de la
propia intervención psicosocial. Según estos autores, los clínicos, por ejemplo, necesitan tener una visión más
positiva sobre el potencial del individuo, sobre el derecho del individuo a participar plenamente en su proceso
de rehabilitación, y la importancia de atender a su criterio y elección terapéutica. Por último, indican que la
incorporación y contratación de los propios usuarios/as como proveedores de servicios de salud mental, debe
considerarse como una evolución natural y ser contemplada en los planes de salud mental. Y también, que se
debe incluir proveedores de servicios de salud mental con una variedad de orígenes raciales y étnicos.

Con relación a los trastornos del espectro esquizofrenia, se han descrito los tipos de tratamientos psicosociales
utilizados para su abordaje. Al respecto, la aportación de Álvarez (2002). El autor revisa las distintas áreas
integradas en la rehabilitación psicosocial y los abordajes específicos para cada una de estas áreas. Realiza
también, una descripción de los distintos dispositivos asistenciales implicados en la rehabilitación psicosocial.
Señala, que los tratamientos psicosociales son imprescindibles en el adecuado manejo de la patología
esquizofrénica, y que pueden mejorar la calidad de vida del paciente en la medida que contribuyen a reducir las
recaídas y a mejorar el funcionamiento social y familiar. Concluye, que es conveniente y necesario que exista
una continuidad asistencial y que estos tratamientos estén integrados y sean complementarios al tratamiento
psicofarmacológico habitual, y que su aplicación se realice con la suficiente flexibilidad a la fase evolutiva de la
enfermedad y a las cambiantes necesidades de los pacientes a lo largo de sus vidas.

En esta línea, y también con relación al tratamiento específico de la esquizofrenia, otros trabajos de la misma
época se centraron en el análisis de cuáles eran los tratamientos más eficaces. Cabe señalar al respecto, la
aportación de Vallina y Lemos (2001). Los autores, revisan los resultados de investigación en las décadas
anteriores, sobre los diversos abordajes psicológicos utilizados en el tratamiento de la esquizofrenia.

Dicha revisión, permite identificar cuatro modalidades de tratamientos:

       •	 Las intervenciones psicoeducativas familiares.

       •	 El entrenamiento en habilidades sociales.

       •	 Las terapias cognitivo-conductuales para los síntomas psicóticos.

       •	 Los paquetes integrados multimodales.

Realizan un encuadre teórico y amplio recorrido de cada modalidad terapéutica y de su validez ecológica,
sugiriendo finalmente algunos principios prácticos para su utilización. Indican, que en general estos tratamientos
se han centrado en:

       •	 Los efectos de la adaptación a las experiencias psicóticas.

       •	 La reducción de los síntomas psicóticos residuales.

       •	 La prevención de recaídas.

       •	 La adherencia y cumplimiento del tratamiento.

       •	 La mejora de relaciones interpersonales.

       •	 La adquisición de habilidades necesarias para una vida independiente.

       •	 La reducción del estrés y de la carga familiar.

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