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A. García Nieto. La rehabilitación psicosocial como principio ético
Según esto y a día de hoy, existen otras muchas cuestio- Introspecciones
nes más cotidianas y frecuentes que tienen que ver con el
respeto de derechos y por tanto con las posturas éticas que Mi experiencia en el trabajo diario en Recursos Resi-
nos ocupan. Por ejemplo, se está debatiendo la propuesta denciales para personas con enfermedad mental grave –en
de «Modificación de la ley de Enjuiciamiento Civil para concreto en un centro residencial de rehabilitación (mini-
regular los tratamientos no voluntarios de las personas con residencia o casas hogar en otras comunidades) y vivien-
trastornos psíquicos» y con ello garantizar un tratamiento das supervisadas–, además de enriquecer de una forma
correcto y continuado a las personas con enfermedades inexplicable el conocimiento de la realidad del día a día de
mentales graves y baja adherencia al tratamiento. Esto se lle- la enfermedad mental y situarme en diferentes papeles
varía a cabo a través de una regulación jurídica de la cues- frente a la persona que padece (por ser en muchas ocasio-
tión que, por lo tanto, vendría dada e impuesta. nes el único referente al que recurrir), me ha hecho revi-
sar a diario estos principios éticos por los que regir las
El debate, pues, es jurídico en vez de incidir en la mejo- intervenciones y plantear los objetivos terapéuticos. En
ra de la adherencia por vías relacionadas con la mejora y el definitiva, la intención es ser capaz de mantener el equili-
aumento de la atención. Se trata del tratamiento y segui- brio entre lo que el usuario quiere, puede, dice que nece-
miento de los pacientes con programas integrales con un sis- sita y evaluamos que precisa.
tema de case management11 que asegure las intervenciones
y el acompañamiento necesario del usuario en cada momen- Creo necesario seguir una manera de hacer que respete
to. Programas de seguimiento comunitario donde se des- al máximo y a priori la voluntad del paciente, pero inten-
criben las intervenciones que consisten en acompañar a la tando llegar a acuerdos y a consensuar decisiones. Consi-
persona en su medio de vida, proponerle una relación de dero que en los servicios de rehabilitación, sean del tipo que
ayuda para superar las dificultades que surgen a diario y pa- sean, donde se habla de procesos de intervención largos y
ra sortear las barreras internas y externas que le impiden no en fases agudas, cada actuación debe estar sustentada en
continuar tratamientos y utilizar los recursos para su inte- un porqué y un para qué que el usuario debe conocer y
gración social12. No son tratamientos en sí mismos, pero sí aceptar previamente. Esto debe servir de base para justifi-
la vía a través de la cual se van a facilitar las intervenciones car actuaciones poco «motivantes y costosas» para el mis-
y atenciones necesarias en sus diferentes dimensiones, que, mo. El tema tiene mucho que ver con la tan renombrada
en último término, es lo que pretende esta modificación de escasa motivación de las personas con enfermedad mental.
Ley. Además, el proceso de empowerment, entendido como En muchas ocasiones, esa dificultad para optar por decisio-
la capacidad de una persona para tomar decisiones respec- nes en principio beneficiosas o positivas para la buena evo-
to a la propia salud y los cuidados de forma autónoma y res- lución de la enfermedad o para mejorar lo que se suele
ponsable quedaría mermado; se restaría implicación y llamar la calidad de vida depende en gran manera de la
responsabilidad al profesional en el problema y la relación falta de motivación, de la dificultad para trabajar por un pro-
terapéutica quedaría necesariamente dañada. yecto vital propio que no se encuentra y, por tanto, para
«movilizarse» por posibles refuerzos a largo plazo. Ahí creo
Al margen de esta propuesta de modificación de Ley, y a que reside el quehacer diario de los que trabajamos con
modo de otro ejemplo, en servicios residenciales y ambu- personas con enfermedad mental. No se puede esperar a que
latorios de rehabilitación psicosocial, donde el objetivo es el paciente esté motivado y sepa lo que quiere para empe-
que los usuarios de dichos servicios adquieran el mayor zar a actuar. Motivar es rehabilitar y en ello consiste. En re-
grado de autonomía, independencia y normalidad, sigue habilitación psicosocial no se trata de imponer tratamientos,
siendo habitual encontrar imposición de normas relativas a: sino de acompañar y apoyar en el proceso de ver la necesi-
prohibiciones de relaciones sexuales entre residentes, enga- dad de ese tratamiento y crearla.
ños para hacer tomar la medicación, toma de decisiones al
margen de los propios afectados, placebos, limitaciones de Veo necesario tener presente el derecho de los pacientes,
horarios de llegada... Cuestiones que pueden fundamentar- como el de cualquier ciudadano, a la autodeterminación y
se en algunos casos, pero que se suelen dar de manera in- ser conscientes de que las actuaciones pueden ser limitadas,
discriminada, como norma, y sin atender a uno de los definiéndose el éxito de las mismas individualmente, y que
principios básicos que rigen la rehabilitación psicosocial: el a veces se puede llegar hasta donde el usuario permita. Es
principio de individualidad. Dicho principio permite que obvio que la ética en la que nos basamos está sustentada en
las reglas o los acuerdos para el cumplimiento de objetivos conseguir el beneficio para el paciente, pero esto no puede
se consensúen con quien directamente pueda ser afectado. conllevar la anulación de voluntades, ni la invasión de in-
El propio concepto de rehabilitación psicosocial conlleva un timidades. Los pacientes también tienen derecho a equivo-
papel de responsabilidad del propio paciente en su proce- carse y a aprender de sus errores.
so de tratamiento y recuperación, por lo que sería ir en
contra de su fundamento generalizar normas e ignorar ob- Esta manera de actuar conlleva un riesgo que no asumi-
jetivos individuales. ríamos si optáramos por un régimen de funcionamiento rí-
gido, sustentado bajo normas inflexibles y generales que no
Rehabilitación psicosocial. 2007; 4(1):37-40 39