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Serra-Mayoral et al
se podrían beneficiar de esta intervención. Se les notifica
y explica las condiciones y, en caso de que el paciente
acceda a participar, debe firmar un documento dando
su consentimiento por escrito. Asimismo, si el paciente
está tutelado se solicita la autorización de su tutor.
Un medio de transporte privado adaptado recoge y
acompaña a los pacientes y a dos terapeutas al centro
hípico donde se realiza la intervención.
El programa de equinoterapia incluye 6 sesiones (1
semanal) de 4 horas de duración. El número de
sesiones está determinado por el tipo de recurso en el
que nos hallamos, en el que los pacientes realizan una
estancia media de 3 meses.
Como paso previo a cada sesión, se llevan a cabo
las tareas de higiene y preparación. Los pacientes se
encargan de ir a buscar a los caballos al paddock y de
realizar la higiene previa a la monta, denominando las
diferentes herramientas o utensilios que utilizamos, se
les recuerda las normas básicas de seguridad y
preparación del caballo aprendiendo a identificar,
colocar los distintos equipos que se utilizan para poder
montar, con el fin de poder trabajar diferentes aspectos.
La descripción de las sesiones es orientativa, puesto
que se adaptan a la evolución que sigue cada paciente.
1. Sesión 1. Toma de contacto con el animal. Se
trata de una sesión más física, con el caballo
parado y los terapeutas pie a tierra. Se valora el
tono muscular del paciente, y si se aprecia tensión,
se procede a una relajación breve (método
Jackobson). Cuando el paciente se encuentra más
relajado procedemos a iniciar la marcha para
valorar cómo reacciona el paciente al movimiento
del caballo y trabajamos el equilibrio mediante
ejercicios como: colocar los brazos en cruz, en la
cintura y detrás de la cabeza, con una mano
alternativamente y con las dos a la vez.
2. Sesión 2: Iniciación al manejo. El paciente
empieza ejecutando órdenes simples, como el
inicio de la marcha y la parada, que le permiten
tomar conciencia del control que puede ejercer
sobre el animal y ayudan a aumentar su confianza.
Se trata de ejercicios direccionales mediante
ayudas técnicas naturales (manos, piernas, peso
del cuerpo y voz), y realización de círculos en
pista. Todos estos ejercicios se llevan a cabo con
el caballo al lado de la valla y los terapeutas al otro unos movimientos más amplios y regulares en el
lado. Esta limitación de la ubicación favorece la
sensación de seguridad de la persona.
3. Sesión 3: Manejo avanzado. Se sitúan tres conos
en la parte central de la pista que el paciente debe
primero sortear en zigzag y más adelante voltear
realizando un pequeño círculo. Se realizan figuras
en pista (doblar a lo ancho, doblar a lo largo, media
vuelta, vuelta inversa, círculos). Estos ejercicios
suponen un reto para el paciente porque les obliga
40 Rehabilitación Psicosocial 2011; 8 (1 y 2): 37-43
a abandonar su zona de seguridad y moverse por
toda la pista, favoreciendo su sensación de
autonomía.
4. Sesión 4: Ejercicios abstractos. Implican un trabajo
de visualización del espacio, focalización de la
atención y ejecución de una secuencia de órdenes
más compleja. El paciente debe visualizar en el
espacio un número de conos, que primero debe
sortear y luego voltear con un círculo. El ejercicio
se repite bajo consigna (p.ej.: esta vez los conos
están separados por 20 pasos). Se finaliza la
sesión realizando figuras complejas en pista (ocho
y la L).
5. Sesión 5: Ubicación de letras en pista con una
complejidad creciente. En estos ejercicios, el
dominio de la pista es total y se incrementan las
demandas cognitivas. Primero se realizan a la
orden (el terapeuta le indica qué secuencia debe
seguir), después siguiendo el orden alfabético
(teniendo en cuenta que no todas las letras están
representadas ni siguen un orden) y finalmente se
repite los dos ejercicios indicándole al paciente,
mientras se acerca a cada letra, que evoque
palabras que empiecen por esa letra.
6. Sesión 6: para finalizar, preparamos un circuito
con diferentes materiales y obstáculos, para
realizar ejercicios que requieren un mayor grado de
control del caballo pero que a su vez, sirve para
dotar la terapia de un carácter más lúdico. El
circuito se compone de pruebas como: pasar unos
troncos sin tocarlos, la L, recoger un aro y dejarlo
en otro extremo de la pista, pasar por debajo de
una cuerda sin tocarla... Por otro lado, si la
progresión técnica ha sido favorable, se inicia el
trote con asistencia a cuerda larga.
El perfil del caballo será importante a la hora de
realizar este tipo de terapia. No todos los caballos
cumplen los requisitos necesarios, tanto a nivel físico
como de carácter, para una correcta realización de este
tipo de programas. Estas personas han de sentirse lo
más seguras posibles por lo que un caballo demasiado
alto puede incrementar sus miedos e inseguridad,
además de dificultar al terapeuta la enseñanza de una
correcta postura y un adecuado manejo del caballo. Por
consiguiente, la altura recomendada no debería
sobrepasar el 1,60 m. de altura (en la cruz). También,
a nivel físico, es necesario destacar unas buenas
proporciones y musculatura, rasgo que se traducirá en
caballo.
Por último, no es aconsejable utilizar caballos
demasiado jóvenes. Es preferible, por su mayor
estabilidad emocional, aquellos que no son enteros y
que ya han entrado en la edad adulta.