Page 40 - GUIA DE INTERVENCION FAMILAR EN LA ESQUIZOFRENIA
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parte de la pregunta habitual que dichos pacientes se hacen: ¿Volveré a ser el de antes? Destaca, que la tarea
principal deberá ser la reconstrucción de la propia identidad y la de “dar sentido” a lo que ha ocurrido. Señala
finalmente, que para el abordaje del duelo en la psicosis temprana y el impacto que provoca en su recuperación,
el foco atencional no debe ser responsabilidad exclusiva del clínico que atiende al paciente, sino que para
que se produzca dicha recuperación debe haber un cambio en la cultura y en la organización de los servicios
asistenciales.
En un contexto más general, respecto a la repercusión del duelo en la población general infanto-juvenil por
la pérdida de un ser querido, cabe señalar la aportación de Dowling (2014). En el trabajo se describen los
distintos factores y modelos existentes del duelo en esta población, las principales estrategias de intervención,
los hallazgos de la investigación y su integración en la práctica clínica. El estudio proporciona una visión de
las experiencias de los jóvenes que asistieron a una intervención estructurada después de la muerte de un
miembro de la familia. Los hallazgos ilustran las reacciones de duelo de las personas jóvenes y sus experiencias
de asesoramiento, los factores que influyen en sus experiencias, el contexto general de la experiencia de dolor
y el papel potencial de asesoramiento para jóvenes que están afligidos. Los resultados sugieren, que el contexto
de la experiencia de la persona joven, y en particular su entorno familiar, es un elemento clave en su adaptación
a la pérdida
Algunas aportaciones se han centrado en la reformulación y mejor comprensión del duelo. Al respecto, Love
(2007). Otros trabajos, se han dirigido a la evolución del duelo, sus consecuencias, y la atención del duelo en
distintos contextos y patologías (Zisook et al. 2014).
Tras las últimas modificaciones realizadas en los sistemas diagnósticos al uso, se ha abierto un interesante
debate y controversia sobre la consideración del duelo, como un trastorno psiquiátrico con entidad diagnóstica
propia. En esta línea, la aportación de Bryan (2012). En el trabajo, se detallan los argumentos en contra y a favor
de la consideración del duelo como trastorno con entidad diagnóstica propia.
Como argumentos en contra se establece:
• En primer lugar: Por la consideración de que el duelo por la pérdida de un ser querido es una condición
omnipresente en el ser humano. En consecuencia, el dolor emocional y el duelo debe ser considerado
como una respuesta normal y comprensible, y no debe ser medicalizada.
• En segundo lugar: Por la consideración de que la pena y duelo, se gestiona de manera diferente en las
diversas culturas, y por lo tanto no es posible que un solo sistema diagnóstico unifique criterios para
su aplicación general.
• En tercer lugar: Por la consideración de que el duelo, a diferencia de la mayoría de las respuestas
psicológicas es la que está más estrechamente ligada a las prácticas y rituales religiosos, y no es
apropiado que los profesionales intervengan o infrinjan estos rituales.
• En cuarto lugar: Por la consideración de que el duelo puede describirse adecuadamente por los
síntomas descritos en los sistemas diagnósticos para la ansiedad y depresión, y que por tanto no es
preciso su identificación como un constructo distinto.
Como argumentos a favor se establece:
• En primer lugar: Por la evidencia demostrada de que algunos aspectos centrales del duelo como, por
ejemplo, el anhelo persistente del ser querido fallecido, son distintos de la ansiedad y la depresión.
La diferencia central entre el duelo y la depresión es la presencia del anhelo persistente en el duelo
prolongado.
• En segundo lugar: Por la evidencia de que las personas en duelo prolongado y que no se alivian con el
tiempo, suelen presentar otros problemas: psicológicos, sociales, de salud o deterioro ocupacional. Las
personas que cumplen con los criterios para las reacciones de duelo prolongado son más propensas
a experimentar problemas psicológicos (por ejemplo; depresión, tendencias suicidas, abuso de
sustancias), presentar hábitos no saludables (por ejemplo; aumento del consumo de tabaco), o
trastornos de salud (por ejemplo; HTA o mayores tasas de procesos oncológicos).
• En tercer lugar: Por la consideración de que el duelo prolongado que implica anhelo persistente ha
sido demostrado a través de una amplia gama de culturas, no solamente occidentales.
• En cuarto lugar: Por la existencia de predictores distintivos, disfunciones neuronales específicas y
patrones cognitivos asociados con el dolor prolongado.
• En quinto lugar: Por la evidencia de que las personas en situación de duelo prolongado no responden
a los tratamientos antidepresivos habituales.
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