Page 98 - GUIA DE INTERVENCION FAMILAR EN LA ESQUIZOFRENIA
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La respuesta a los antipsicóticos puede variar en función de la edad. Adolescentes y ancianos tienen más
probabilidad de experimentar algunos efectos adversos o de presentarlos de manera más intensa. Los jóvenes
son más susceptibles al aumento de peso y a la sedación, mientras que los ancianos, son más vulnerables a
las consecuencias de la hipotensio´n ortosta´tica (cai´das) y a los efectos anticoline´rgicos (alteracio´n cognitiva).
Además, el riesgo de efectos adversos y la forma en que estos efectos es experimentada por el paciente, tiene
importante variabilidad individual (Stroup y Gray, 2018).
B. ELECCIÓN DEL FÁRMACO ANTIPSICÓTICO
En la actualidad, no hay biomarcadores específicos o pruebas farmacogenéticas que guíen la elección del
tratamiento. A toda persona que presente un primer episodio de esquizofrenia o un primer episodio de psicosis
se le debe ofrecer tratamiento antipsicótico. El inicio de la respuesta al tratamiento es muy variable, pero la
mayor parte del efecto de la medicación antipsicótica tiene lugar durante la primera semana (excepto con
clozapina). La clozapina está indicada en la esquizofrenia resistente al tratamiento, y solo debe utilizarse cuando
no se haya producido una mejora clínica satisfactoria a pesar del uso de dosis adecuadas de al menos dos
agentes antipsicóticos diferentes, incluido un agente antipsicótico atípico, prescritos con duración adecuada
(Torrey et al., 2005).
En numerosos estudios y trabajos, se señala la indicación de los fármacos antipsicóticos atípicos como primera
elección. Y se justifica esta elección por diferentes motivos, entre ellos; que los antipsicóticos clásicos solo son
eficaces en el 70% de las esquizofrenias, que los atípicos tienen una mayor eficacia sobre los síntomas negativos
y una posible mayor adherencia por mejor tolerancia. Sin embargo, estos argumentos solo son parcialmente
ciertos, no existiendo grandes diferencias entre los resultados obtenidos con antipsicóticos de primera y segunda
generación.
En los ensayos CATIE y CUtLASS, se realiza una comparación entre los antipsicóticos de primera y segunda
generación. Los resultados no muestran diferencias entre ambos tipos de antipsicóticos en cuanto a; las tasas
de interrupción del tratamiento, la mejora de los síntomas psicóticos o la calidad de vida. El CATIE, tampoco
demostró que los antipsicóticos de segunda generación fueran más efectivos en la reducción de los síntomas
negativos o cognitivos que los de primera. Los resultados del CATIE y CutLASS, demuestran similitudes en la
respuesta al tratamiento, aunque con los antipsicóticos de segunda generación habría un menor riesgo de
discinesia tardía (Lally y MacCabe, 2015). En la elección de un antipsicótico se deberá considerar; su eficacia, sus
posibles efectos adversos y las presentaciones disponibles. Esta elección, también puede estar condicionada por
otros factores y situaciones clínicas, tales como:
• Personas que se encuentran en un primer episodio psicótico.
• Personas que solo responden parcialmente a los antipsicóticos.
• Pacientes agitados.
• Personas sensibles a determinados efectos adversos, como el aumento de peso o la sedación.
La medicación antipsicótica debe ajustarse a una dosis terapéutica (por ejemplo, olanzapina 5-10 mg diarios o
risperidona 2-4 mg diarios en el primer episodio de la esquizofrenia), a fin de evaluar la respuesta al tratamiento.
Solo una pequeña proporción de los pacientes con un primer episodio psicótico (15-20%) no tendrá un nuevo
episodio de psicosis, pero en esta etapa de la enfermedad no es posible predecir la ausencia de recaídas, una
vez que se interrumpa el tratamiento de mantenimiento (Lally y MacCabe, 2015).
Si un paciente no tiene respuesta al tratamiento antipsicótico a las 4-6 semanas, la recomendación es cambiar
a una medicación antipsicótica con perfil diferente de unión a receptores. Existen diferentes estrategias para
cambiar de antipsicótico, en el caso de que sea necesario por ineficacia o intolerancia clínica. Estas son:
• Reducción gradual del tratamiento prescrito, mientras que el segundo medicamento se ajusta
simultáneamente hasta su dosis completa.
• Suspender totalmente el primer antipsicótico introduciendo el nuevo directamente a dosis terapéutica
(esta estrategia se utiliza más en hospitalización).
• Suspender lentamente la medicación inicial, y solo cuando se suspenda totalmente comenzar la
siguiente medicación (se utiliza preferentemente en casos de bajo riesgo de recaída).
No obstante, como norma general, se recomienda una suspensión gradual durante una o dos semanas para
todos los antipsicóticos. Esto es particularmente importante en el caso de la clozapina, cuya suspensión brusca
se ha asociado tanto con la aparición de síntomas colinérgicos como de trastornos del movimiento (Stroup y
Gray, 2018). Con cualquier cambio de medicación antipsicótica, el paciente tiene un mayor riesgo de recaída o
de exacerbación sintomática, por lo que es necesario vigilar de cerca el estado del paciente durante este proceso
98 Guía de intervención familiar en la esquizofrenia