Page 28 - GUIA DE INTERVENCION FAMILAR EN LA ESQUIZOFRENIA
P. 28

progenitores, la pérdida de la imagen idealizada del hijo, transformado así en un extraño necesitado de atención
y cuidados. Sin embargo, aunque atractiva, esta teoría del duelo no explicaría el papel predictor de la EE para
otras enfermedades mentales o somáticas, en las que la devaluación de la imagen del paciente no es tan intensa
como en la esquizofrenia o, simplemente, no se produce. Otro hallazgo, fue el encontrado por Subotnik et al.
(2002), quienes advirtieron que aquellas madres con historia de trastorno afectivo en padres o hermanos (no
trastorno esquizofrénico), mostraban una tendencia significativa a presentar bajos niveles de EE.

Espina y Pumar (2000), en una muestra de 70 familias residentes en la comunidad autónoma vasca (España), no
encontraron relación de la AEE con el nivel socioeconómico, movilidad social, o procedencia urbana-rural. Sin
embargo, hallaron que la AEE si estaba asociada a que ambos progenitores fueran inmigrantes.

Brown et al. (1972), fueron los primeros en establecer la relación entre el aislamiento social de los familiares de una
persona con esquizofrenia y la EE. Encontraron que las familias con AEE, tenían menos relaciones extrafamiliares
y menos hijos viviendo en el hogar. Para estos autores, los familiares más aislados mostraban menor tolerancia
a los síntomas porque dependían más del paciente como soporte emocional. Un mayor número de contactos
sociales del familiar, o más personas conviviendo en el hogar, disminuiría esta dependencia, y favorecería la
reducción de la EE (Muela y Godoy, 2001).

En lo que se refiere a las características emocionales de los familiares, Sanger (1997) indicaba, que los
familiares de AEE tendían a ser socialmente osados, expansivos, ansiosos, vigilantes, orientados hacia el
grupo e independientes. Mientras que los familiares de BEE tendían a ser reservados, introvertidos, relajados,
acomodaticios y confiados.

3. La emoción expresada desde la perspectiva del modelo afectivo-atribucional

Hooley (1987), fue el primero en sugerir que las atribuciones familiares de las conductas y enfermedad del
paciente esquizofrénico tenían un papel fundamental en el clima emocional familiar: “Las actitudes de AEE se
desarrollan cuando los síntomas son percibidos por los miembros de la familia como controlables en algún grado
por los pacientes”. El modelo atribucional, parecía explicar mejor la crítica y la hostilidad que la sobreimplicación.

En otros estudios de este periodo se señalaba, que la sobreimplicación emocional no parecía estar relacionada
con las atribuciones causales de la clínica y, de hecho, los familiares sobreimplicados tendían a no percibir a los
pacientes como responsables de sus conductas: Brewin et al. (1991); Weisman et al. (2000); Hooley y Campbell
(2002); López et al. (2004); Peterson y Doherty (2004). Desde este modelo, los familiares que responsabilizan
al paciente de sus conductas pueden reaccionar con crítica cuando éste no actúa según sus expectativas, y
al creerlo capaz de cambiar, pueden hacer intentos cada vez más intensos y repetitivos para que modifique
sus comportamientos (Hooley y Campbell, 2002). En este sentido, se señalaba que los síntomas deficitarios
eran más susceptibles de crítica que los productivos por ser más confundibles con rasgos caracteriales (por
ejemplo, confundir apatía con holgazanería) y, por tanto, atribuirse a la voluntad del paciente. Por su parte, los
síntomas productivos, al ser más llamativos y extravagantes, eran más fácilmente atribuibles a la enfermedad y
por tanto se suponían fuera del control del paciente. Los familiares de BEE, en cambio, realizarían atribuciones
de las conductas a factores externos, universales o incontrolables, incluyendo la enfermedad como posible
causa (Hooley y Gotlib, 2000).

En la génesis de las actitudes emocionalmente exageradas o sobreprotectoras, parecía tener especial importancia,
los propios sentimientos familiares de culpabilidad respecto a haber contribuido de algún modo a la enfermedad
o a los síntomas del paciente: Bentsen et al. (1998); Peterson y Doherty (2004). Los familiares sobreimplicados
podrían ser incluso más controladores de las conductas del paciente que los familiares críticos, pero a través
de la intrusión y el entrometimiento. Igualmente, parecía existir evidencias de que, la psicoeducación sobre
la esquizofrenia, el estilo atribucional que caracteriza a la familia del paciente, la existencia de antecedentes
psiquiátricos y algunos aspectos o condicionantes culturales, influían en la mayor o menor tendencia de la
familia a realizar atribuciones de control sobre el paciente.

4. La emoción expresada como manifestación del patrón interaccional de la familia

Desde esta perspectiva, la AEE incluso medida en un solo miembro de la familia, sería un indicador de patrones
de interacción disfuncionales en la familia considerada como un todo. Algunos estudios demostraron que los
pacientes que interactuaban con un familiar de AEE mostraban una mayor activación fisiológica, que los que
interactuaban con familiares de BEE. Posiblemente, por esta mayor activación fisiológica los pacientes mostraban
a su vez actitudes negativas hacia los cuidadores, estableciéndose un patrón interaccional negativo recíproco en
las familias de AEE. Tarrier et al. (1979), encontraron que la activación autónoma de la persona con esquizofrenia
aumentaba en presencia de un familiar con AEE. Posteriormente, Tarrier y Turpin (1992) realizan una revisión
de su trabajo para confirmar la hipótesis. Concluyen, que la hiperactivación del paciente está relacionada con
la AEE familiar, y que disminuye paulatinamente ante el familiar de BEE, y que la reacción del paciente ante el
familiar es motivada por un efecto de la conducta global del familiar, más que por una conducta específica de
dicho familiar.

28 Guía de intervención familiar en la esquizofrenia
   23   24   25   26   27   28   29   30   31   32   33