Page 29 - GUIA DE INTERVENCION FAMILAR EN LA ESQUIZOFRENIA
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La AEE en los cuidadores se debería al contexto relacional en que los miembros de la familia constriñen o
promueven las conductas positivas o negativas de otros miembros de la familia. Hahlweg et al. (1989), observaron
a padres e hijos esquizofrénicos interaccionando para la resolución de un problema y encontraron que cuando el
familiar era de BEE lo resolvían entre ambos de un modo colaborativo, mientras que, si el progenitor era de AEE,
ambos comenzaban un intercambio prolongado y crecientemente negativo que no concluía necesariamente en
la resolución del problema. Desde esta perspectiva, lo novedoso de las intervenciones familiares psicoeducativas
es la forma de enfocar la relación terapéutica con la familia de la persona afectada. A la familia se le exime de
culpa y se le reconoce como un recurso imprescindible. Esto va a favorecer, que la familia pueda redefinir sus
interacciones tanto con el paciente como con el resto de los miembros familiares.

CONCLUSIONES

Como se ha señalado, han sido varios los autores que han contribuido con sus aportaciones a la mejor
comprensión de la emoción expresada, desarrollando y proponiendo modelos teóricos para explicar su origen.
A pesar de ello, ninguna de las teorías formuladas ha conseguido dar una explicación completa o totalmente
satisfactoria. El hecho de que todos los modelos explicativos propuestos sean aproximaciones solamente
parciales al constructo de la EE, o lo que es lo mismo, la constatación de la enorme dificultad para estudiar y
conocer la etiología de la EE da cuenta de la complejidad de este concepto clínico.

Para Kuipers et al. (2002) la EE es un constructo clínico y, por tanto, contribuye poco a la comprensión de la etiología
de la esquizofrenia. Estos autores señalan, que la BEE no es solo la falta de comentarios críticos, hostilidad o
sobreimplicación emocional, sino que se relaciona con aquellas estrategias exitosas de los familiares en su
convivencia diaria con los pacientes. Las familias con BEE, reconocen la realidad de las experiencias psicóticas
del paciente y para contrarrestar la sintomatología utilizan técnicas de “tiempo fuera”, distracción, pruebas de
realidad, etc. Los profesionales, tal vez, tengan mucho que aprender de estas familias.

De lo que sí parecía existir evidencia científica suficiente, era de que la reducción en los niveles de AEE en
familiares o cuidadores disminuiría la probabilidad de recaídas en las personas con esquizofrenia. Vaughn (1986),
identificó cuatro factores que diferenciaban los familiares de alta y baja EE. Estos son: la existencia de respeto
por las necesidades de relación de los pacientes, la presencia de actitudes de legitimación de la enfermedad,
la existencia de un nivel de expectativas ajustado sobre el funcionamiento del paciente, y la adecuación de
las relaciones emocionales ante la enfermedad del paciente. Todos ellos, son factores que contribuyen a la
recuperación de las personas con esquizofrenia.

En otros estudios del mismo periodo, se señalan las características diferenciales entre las familias de AEE y BEE,
en lo referente a la interacción con el paciente. Así, los familiares de AEE se caracterizan en sus interacciones
por la crítica, el entrometimiento y una alta expresividad verbal. Mientras que los de BEE serían más neutrales
(Hahlweg et al. 1989). Estos hallazgos indicaban la importancia de que, en los programas de tratamiento para
personas con esquizofrenia, se incluyese la evaluación e intervención sobre la EE; para disminuirla si los niveles
son elevados, y/o para fomentar el uso de estrategias más adaptativas generalmente presentes en las familias
con BEE.

En aportaciones ya clásicas, se ha señalado la importancia de la inclusión de la psicoeducación en los programas
de intervención con familias de pacientes diagnosticados de esquizofrenia. Así, en el estudio citado de Brewin
et al. (1991) se indicaba que la reducción de la EE se correlacionaba con un incremento de las atribuciones
universales y de incontrolabilidad de la enfermedad.

La EE también ha sido estudiada en el clima emocional del personal sanitario. Esta línea de investigación ha
encontrado peores evoluciones clínicas, en aquellos casos en los que existía una mayoría de profesionales
sanitarios con una actitud más crítica e intolerante (Ball et al. 1992). Por esto mismo, se ha destacado la
importancia y conveniencia de entrenar a los profesionales para reconocer estilos de interacción inadecuados:
Moore et al. (1992); Heresco-Lery et al. (1999).

Una cuestión que sigue presentando interés, es conocer el patrón comportamental a lo largo del tiempo, y el
efecto conseguido con las intervenciones familiares sobre la EE. Dicho efecto; ¿se diluye con el paso del tiempo?,
¿se mantiene inalterable a través de los años?

Al respecto, el estudio de Lenior et al. (2002). El trabajo es particularmente interesante e introduce la posibilidad,
de que los niveles de EE vuelvan a incrementarse transcurrido un tiempo desde que finalizó la intervención. Este
grupo de autores realizó un seguimiento de 8 años a un grupo de familias y encontró, que la EE disminuye tras
la intervención, para incrementarse de nuevo transcurridos 34 meses.

Es preciso señalar, que el abordaje de la emoción expresada y su evaluación se ha caracterizado por haberse
centrado en los “aspectos negativos” de sus componentes, descuidando habitualmente los aspectos positivos de
la relación familia-paciente: calidez en el cuidado, beneficios del cuidado, las potencialidades familiares.

Guía de intervención familiar en la esquizofrenia  29
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